APORTES INÉDITOS PARA EL CONOCIMIENTO DE LA HISTORIA DEL BARRIO “LA PAZ” Y ALREDEDORES EN EL OESTE DE QUILMES.
EVOLUCIÓN DE LA PROPIEDAD EN LA ZONA DESDE LA REDUCCIÓN DE LOS INDIOS KILMES HASTA NUESTROS DIAS. RELACIÓN ENTRE JUAN MANUEL DE ROSAS Y LOS PEREYRA IRAOLA EN EL LUGAR. VESTIGIOS DE CASAS ANTIGUAS, FUERTE MILITAR O POLICIAL, CÁRCELES Y OBJETOS HALLADOS EN SU CASCO HISTÓRICO. LA FAMILIA PAOLUCCI
Por: Víctor Gabriel Gullotta
Introducción
Cuando el año pasado encaramos a fondo el ensayo monográfico que repuso en valor el conocimiento, hasta ahora disperso, sobre el Saladero “Las Higueritas” de Juan Manuel de Rosas, uno de los primerísimos instalados en Buenos Aires en el llamado Curato de Quilmes (1815), presentado como ponencia en el XVIII Congreso de Historia de los Pueblos de la Provincia, nos quedaba todavía un hecho inquietante por resolver. El Brigadier Gobernador no había elegido el lugar del Saladero al azar, hoy próximo a la Estación Monte Chingolo del ex Ferrocarril Provincial, Avenida Donato Álvarez y Avenida Centenario Uruguayo. Sus ramificaciones debían ser diversas. Nos propusimos investigar otra vez sobre el asunto, pero llevándolo hacia otras coordenadas espacio-temporales muy próximas. Y lo que fuimos descubriendo resultó ser un cuadro novedoso, para no decir sorprendente, dentro de lo acumulado en los estudios históricos zonal y regional.
A través de algunos vecinos, y particularmente del periodista Evelio Dionel Galeano que nos acompañó en varios momentos, nos llegaban rumores, ecos inciertos del pasado, respecto a la actuación de Rosas en el Barrio La Paz, que iban desde una concepción errónea del funcionamiento de su Saladero aquí en el amplio barrio, o hasta la existencia de una casa de descanso propia, o un lugar de refugio luego de su derrota en Caseros (Santos Lugares) en febrero de 1852, etc. La Sra. Graciela Caballero, fotógrafa, también nos brindó generosamente algunas pistas y referencias. Y dejándonos llevar por el embeleso del sabio dicho popular que dice que cuando “el río suena agua lleva” nos dispusimos a analizar los recursos disponibles para verificar o contrastar estas hipótesis. Que en el curso de la investigación fueron precisadas en tiempo y espacio, corregidas, acotadas, relacionadas, y se abrieron, como siempre ocurre, nuevas realidades, que nos es grato exponer ahora en este trabajo.
Percibimos de entrada que los vecinos, aun llevados por su imaginación o un deseo que los ancle a sucesos o personajes importantes de la historia nacional, no podían estar tampoco tan desorientados, pero se carecía de un corpus de pruebas. Al fin y al cabo, el Saladero Las Higueritas estaba a unas quince cuadras del Barrio La Paz, aproximadamente. Por otra parte, para quienes tenemos una postura de nacionalismo popular en las cuestiones históricas, y comprendemos la necesidad de incorporar el “revisionismo” como método ineludible en el análisis, sabemos que la llamada “historia oficial”, o liberal mitrista y sarmientina, ha sistemáticamente engañado, tergiversado y ocultado casi todo lo que tenga una tradición veraz hacia Rosas.
Ahora, ya han pasado suficientes años de aquella primera mitad del siglo XIX, otras experiencias se han depositado y asentado en la memoria larga, y el tiempo ha permitido sopesar con más rigor, aunque no menos apasionamiento, los hechos y espíritus de ese pasado. Por ello nos proponemos en este trabajo sacar a la luz algo de todo aquello que todavía permanece oculto o sólo es producto de murmuraciones, del boca a boca de algunos curiosos, ya con algunas pruebas a la mano. Y ser, modestamente, la voz de quienes no tuvieron la oportunidad de plasmar lo que sabían o creían saber sobre el lugar. Y, como se dice, en la medida de los datos obtenidos, separar la paja del trigo. Estamos convencidos además que esto levantará la memoria y reflexión de varios. Y surgirán nuevos aportes.
Paso a paso, después de más de 30 años de estudiar los fenómenos históricos zonales y regionales, hemos ido develando los personajes que centralizaron la escena hasta la aparición masiva de esa entidad peculiar llamada “Pueblo”, surgido de su propia entraña geográfica y de su línea de tiempo, en el sudoeste del Partido de Quilmes. Así, nos hemos ocupado antes, por ejemplo, con un mismo método, de revelar el Pueblo surgido del casco central de San Francisco Solano, propiedad de la familia del cabildante-comerciante Obligado-Claypole (1); o el Pueblo de Villa La Florida desde la propiedad de la familia del estanciero ovejero inglés Wilfredo Latham (2). Y ahora, pretendemos hacer lo mismo con la aparición del Pueblo de La Paz, y sus alrededores, desde la vieja Estancia o “Potrero Las Quilmes” de la familia Pereyra Iraola, cuna y flor de la oligarquía de la argentina.
En conjunto esta trilogía (Obligado-Claypole/Latham/Pereyra Iraola) creemos que constituye un aporte al conocimiento de la historia remota del extremo de Quilmes Oeste, subordinado en muchas ocasiones, sin malevolencia alguna pero cierto elitismo de costumbres, al centro ciudadano y sus alrededores inmediatos. Aquí se intenta mitigar, achicar, esa falencia. Podría continuarse más adelante con las estancias de Andrés Baranda y de Augusto Otamendi, para terminar de conformar un panorama de la situación social y económica del siglo XIX y sus destacados personajes en esta parte del Partido.
La zona relevada geográficamente en el presente trabajo comprende aproximadamente un poco más de 600 hectáreas. Abarca varios Barrios, no sólo “La Paz”, que es sólo una parte de esta inmensa área. No los mencionaremos aquí, por supuesto, no es el propósito. Buscamos brindarle sólo un contexto a lo que consideramos el casco histórico de la zona, localizado precisamente dentro de este Barrio.
Dentro de ella entonces vamos a ubicar, primero, el viejo y extenso terreno fundado como “Reducción de la Santa Cruz de los Indios Quilmes” en el año 1666, que llegaba desde el centro de la localidad homónima hasta la Avenida Donato Álvarez. Terreno que, en segundo lugar, fue subdividido en “Chacras” en el año 1818, numeradas del 61 al 72, desde la margen izquierda del Arroyo Las Piedras hasta la Avenida Donato Álvarez, pues hacia el Este comenzaba la subdivisión desde la ribera de Quilmes hasta la margen derecha del mismo arroyo, numeradas del 1 hasta la 60. Estas primeras Chacras se fueron poblando con más intensidad desde la número 1 a la 34, esto es, desde las barrancas de la ribera hasta la actual Avenida La Plata. Las siguientes, más alejadas del pueblo núcleo, actual catedral de Quilmes, quedaron poco ocupadas, cuando no despobladas, como es el caso de la zona inundable consagrada como la Cañada de Gaete, al borde de ambas márgenes del Arroyo Las Piedras.
Nos ocuparemos en este trabajo solamente de las últimas (61 al 72 y, sobre todo, los números 62,63 y 68). Ellas fueron refrendadas por distintos dueños en los primeros años de su nueva existencia, pero prácticamente tampoco se poblaron-salvo excepciones- hasta mediados del siglo XIX. En tercer lugar, ubicaremos a uno de sus más distinguidos dueños, como ha sido Simón Pereyra desde el año 1840, tronco personal del cual se origina el frondoso árbol de la descollante o impopular, según se la mire, familia Pereyra Iraola. Y todo ello, además, y, por último, conectado con un territorio de mayor magnitud en el área circundada, complicado e inhóspito, bañado por la Cañada de Gaete, que fue reconocido desde un remoto tiempo como La Tablada del Sur, denominación incluso anterior a 1865, fecha en que recién se le otorgó su límite catastral oficial a favor de la Provincia de Buenos Aires, zona origen de muchos federales rosistas alrededor de los corrales ganaderos. El historiador José Craviotto hace una importante referencia a ello (3).
La inmensa área que estamos describiendo puede llevarse a la realidad mediante el siguiente plano recreativo, que contiene las distintas épocas y zonas que comentamos. Es un dibujo propio, realizado con la ayuda técnica de la amiga Silvia Marmori, para permitir instalar de entrada al lector en el cuerpo total de lo que desmenuzaremos luego, proyectado sobre un Google mapa real de fondo. Entendemos que observar aquí desde el principio de manera general cada una de sus partes que vendrán después, (“Reducción de la Santa Cruz de Los Indios Quilmes”, “Chacras”, los “Pereyra Iraola” y “La Tablada del Sur”) nos ayudará a explicar mejor la perspectiva, importancia, influencia, relaciones, lugares, contextos, etc., de cada una de ellas.
Punto A: Avda. Donato Álvarez y Pedemonte. Punto B: Pedemonte y calle 892. Punto C: Arroyo Las Piedras. Punto D: Avenida Donato Álvarez y Avda. Tomás Flores (ex Pasco). Punto E, I y N: Arroyo Las Piedras. Punto F: Avenida Donato Álvarez y Avda. Santa Fe (calle 804). Punto G: Avenida Santa Fe (calle 804) y calle 895. Punto H: calle 892 y Avenida Santa Fe (calle 804). Punto J: Calle 895 y calle 809 (podría ser también calle 808). Punto K: calle 892 y calle 809 (podría ser también calle 808). Punto L: Avenida Donato Álvarez y calle 819/820. Punto M: calle 892 y calle 819/820. Sección marcada en rojo corresponde al último extremo Oeste de los terrenos de la Reducción de los Indios Quilmes. Sección marcada en verde corresponde a toda la fracción de terreno de la familia Pereyra Iraola, desde Simón Pereyra en adelante. Sección marcada en trazos azules intermitentes corresponde a la fracción de terreno numerados desde el número 61 al 72 Chacras desde el año 1818, por toda la calle 892 hasta la Avenida Donato Álvarez. Y la sección que va desde la marca azul, calle 892, hasta el Arroyo Las Piedras como “Terrenos de la Tablada del Sur”, intercalada en su parte norte y sur por la propiedad de la familia Pereyra Iraola. Por supuesto, toda esta delimitación está basada en cálculos actuales, a efectos ilustrativos, y debe considerarse de manera aproximada, y aunque está basada en documentos no tiene una certeza absoluta de verdad, pues estamos hablando de un desarrollo de la propiedad de 420 años.
Deseamos decir en este punto que la historia concreta de los últimos cincuenta a setenta años de cada Pueblo deberá escribirse por sus propios pobladores, sus propios historiadores o recopiladores. No nos ocupamos de ello en este trabajo pues estamos convencidos que saldrá de su propio seno la generación que escriba sobre abuelos y padres, o bisabuelos fundadores en cada caso, como ya hubo y hay a la vista. Ésa será la bella geografía y la memoria más reciente del lugar, que deberá alguna vez escribirse a pleno. Este trabajo no llega a estos más recientes tiempos, excepto hasta los sitios históricos dentro de lo que denominamos el Casco Histórico. Nosotros hemos vivido en San Francisco Solano, en la calle 853, pero no en el Barrio La Paz. Esperamos que nadie se sienta decepcionado por ello. Aquí brindamos las bases históricas de la cual entendemos se puede partir para una historia integral del Barrio desde su fundación como tal en 1951. Sé que hay gente y una comunidad muy interesada en hacerlo.
Lo esencial es recuperar la verdad que emana de los hechos, pero aún más esencial es no olvidar, rescatar la memoria del olvido. El olvido hunde a los pueblos. Descubrir e hilvanar cómo la historia, a veces aparentemente muy local o restringida, se relaciona con los grandes sucesos regionales y nacionales es uno de los propósitos del presente trabajo.
El trabajo tiene dos objetivos: uno más técnico, de necesaria y atenta lectura, relacionado con la ubicación de las diversas subzonas, propiedades y propietarios, límites antiguos, etc., y luego, cuando entramos a dilucidar los vestigios que quedaron de ese pasado se torna tal vez más vibrante y fluido. Es la parte que contiene la descripción, fotografías del lugar y la participación directa de algunos vecinos mayores. Encontraremos al final la notable colaboración de la Señora María del Carmen Vinciguerra. Nos ha parecido de todas maneras imprescindible la delineación previa del cuadro técnico a través de dibujos y planos antiguos para poder entender mejor todo el desarrollo histórico de la zona hasta nuestros días.
Vaya por último nuestro agradecimiento personal al Sr. Raúl Battistoni de M.P Inmobiliaria Pereira e Hijo, la más antigua del centro de Quilmes, por habernos ayudado a localizar algunos datos, junto al agrimensor Sr. Ricardo Ghering y a la gestora Sra. Ada Daglioli.
La extensión de la Reducción de los Indios Kilmes, su extinción y loteo al sudoeste (1666-1818).
Los fondos de la Reducción Indígena, que comenzaba desde la ribera de Quilmes, llegaban a los actuales límites de la Avda. Donato Álvarez. Su base geográfica había sido la antigua suerte de estancia que el fundador de Buenos Aires, Juan de Garay, le había otorgado en 1580 a Pedro de Quirós, una extensión de media legua de frente (2.598metros), ubicada en el inicio de las partes altas de las barrancas, por legua y media de fondo (7.794 metros), aproximadamente. Fue entonces el encomendero Juan Pozo y Silva quien en 1666 cede al Cabildo de Buenos Aires esta tierra que le había llegado desde Pedro de Quirós, a cambio de otras más al Norte. Había permanecido indivisible, y se consideró apropiada para que aquí se instalen los indios Kilmes y acalianes forzosamente desarraigados al final de la guerra contra los calchaquíes en Tucumán, bajo un régimen de Reducción, una mezcla de sistema feudal y esclavista.
De manera tal que estas alrededor de 600 manzanas que hoy nos ocupan por el lado del Oeste de Quilmes, fueron habitados o transitadas antiguamente por los indios Kilmes. Aunque, es de suponer, que el Arroyo Las Piedras y la zona pantanosa haya sido un obstáculo importante para que esta comunidad, acostumbrada a climas secos, a cultivos en terrazas de montaña, a domesticación de otro tipo de animales, se adentrara hasta aquí. Pero también, posiblemente, despojados de varios medios materiales de vida, como el cultivo de cereales y el ganado de llanura, hayan intentado vivir por aquí, por impulso de la necesidad, y alejados de la vigilancia del Corregidor del Cabildo, de la abundante caza de animales de humedales y pesca que ofrecía el lugar. La Reducción fue extinguida por el Primer Triunvirato en 1812, poco después de la Revolución de Mayo, y loteada oficialmente en 1818.
Luis Otamendi, en su muy documentado trabajo (4) realiza una copia recreativa del plano particular del Agrimensor Francisco Mesura del año 1818, ordenado levantar por el Gobernador Intendente de Buenos Aires Manuel Luis de Oliden, para efectuar la división de la antigua propiedad de la Reducción, extinguida por Decreto de la Primera Junta de Gobierno seis años antes en 1812, que reproducimos más abajo. La importancia de este Plano reside en que constituye las bases de la diagramación de la actual Ciudad de Quilmes, incluida la zona que es nuestro objeto de estudio. Se le asignaba a dicho Agrimensor, con el auxilio legal y policial del Juez y Comisionado de Policía Felipe Robles, la tarea de la entrega en merced (es decir, gratuitamente) de varios solares, quintas y chacras, a quienes lo solicitaran, previo cumplimiento de algunos requisitos: se firmaba un Boleto y la obligación de levantar en ella una vivienda, cercar el terreno y cavar un pozo, y después de algunos meses se otorgaba el testimonio de Escritura Pública a través del Escribano de Gobierno José Manuel Godoy. Serán las raíces para el poblamiento moderno de Quilmes, ya liquidada la etapa virreinal. Cabe resaltar que el Plano de Francisco Mesura y las mercedes distribuidas a partir de él constituyó una primera política demográfica por estos lugares y el comienzo de la subdivisión de la herencia dejada por las suertes de estancias otorgadas por Juan de Garay, 238 años después.
Lo exponemos a continuación, detalle del perímetro de la Reducción Kilmes (señalado en rojo en el dibujo de arriba):
Plano de Francisco Mesura año 1818, levantado luego de la extinción de la Reducción indígena, recreado por el historiador Luis Otamendi. Su amplia zona comprende Ribera de Quilmes por el Este, Avenida Donato Álvarez por el Este, corriendo por el Norte desde la Avenida Zapiola y por el Sur por la Avenida Felipe Amoedo. Obsérvese las Chacras números 68/62 y 63 que pertenecerán a partir de 1839/40 a Simón Pereyra. Medían 475 varas de lado (397 metros aproximadamente), incluyendo 75 varas previstas para calles de 25 varas cada una. Ello determinará manzanas de 100 varas de lado cada una en un perfecto sistema de damero español. También se observa el “pueblito de Quilmes” con su capilla en el centro, donde serán distribuidos los “solares”, y las “Quintas” designados con Letras de la A a la L, en los alrededores inmediatos del Pueblo. Las Chacras propiamente dichas comienzan desde el 1 al 72, de Este a Oeste, llegando a la zona objeto del presente trabajo de exposición las numeradas del 61 al 72. Todas estas Chacras se denominaban de “pan llevar”, para siembra de cereales. El territorio que seguía más allá de ellas, hacia el Oeste, será denominado como tierras “de cabezadas”, de ganados. Pero la excepcionalidad del terreno inundable y pantanoso determinado por el Arroyo Las Piedras (Gaete), hizo de esta zona de las Chacras 61 al 72 desde ya más apta para la cría de ganado en corrales (Terrenos de la Tablada del Sur). La Cañada de Gaete se desplaza por ambas márgenes del Arroyo Gaete (antes Santo Domingo, y hoy Las Piedras).
No nos detendremos en otros detalles de este Plano de Mesura, recreado por Otamendi. Sólo queremos ahora resaltar la parte de las “Chacaras”, según terminología de la época, designadas con los números 61 a 72, como ya adelantamos, las que medían 475 varas de cada lado (397 metros aproximadamente), quedando comprendidas para calles venideras 25 varas de ancho (20,5 metros aproximadamente). En la práctica estas 12 Chacras se otorgaron “a militares que no tenían plaza en los regimientos – según Otamendi- y siendo acreedores por sus servicios a las distinciones y recompensas con que la Patria honró al mérito, a sus familiares, a funcionarios y particulares”. Ellas corresponden a divisiones efectuadas a la altura del Arroyo Gaete (antes llamado “Santo Domingo”, y hoy llamado Las Piedras). Obsérvese también que el Sr. Otamendi señala como límites de la Reducción por su costado Norte a la Avenida Zapiola, hoy su continuación calle Pedemonte, hasta la Avenida Donato Álvarez y por su costado Sur a la calle Guido y su continuación hacia el Oeste Avda. Felipe Amoedo/ calle 819, hasta llegar otra vez a la Avda. Donato Álvarez, su límite frontal a la ribera, por el lado Oeste.
Es significativo recordar que según documentos que ya hemos expuestos en otros trabajos entre la calle 818/820 y Avda. Donato Álvarez se encontraba el viejo Punto Sur de la Reducción, conocido como “mojón de los Quilmes” (5). Desde la calle 818/820, recorriendo Avda. Donato Álvarez hasta Pedemonte, hay aproximadamente unos 2.280 metros de distancia (ver Google Earth), casi los 2.598 metros (media legua) de la primera suerte de estancia otorgada por Juan de Garay, es decir, partiendo del punto donde termina la Chacra número 72 y calle 22 (número de calle esta última según Otamendi). Donato Álvarez y Pedemonte era el Punto Norte de la Reducción, el más extremo hacia el Nord Oeste (Chacra 67), del cual jamás se ha hablado con mayor precisión, hasta ahora, aun con las variaciones posibles que hubo en las mediciones antiguas con las presentes.
Lo cierto es que la Chacra 61 -que perteneció en esas primeras mercedes del año 1818 a Mateo Dupuy o Dupuyn-, a continuación de la 60 que estaba del otro lado del Arroyo, se ubicaba a una prudente distancia del actual Arroyo Las Piedras (antes de Gaete), por su persistente carácter de inundable y pantanoso, bordeado naturalmente y desde tiempos remotos en su margen derecho sobre todo por abundantes cañas comunes, y por su margen izquierdo por terrenos bajos e inundables, aunque había cañas de ambos lados. Coincidimos con Otamendi en cuanto establece una distancia aproximada de dos kilómetros entre la Chacra 61, que está en el lado Oeste del Arroyo, y la Chacra 60, que está en el lado Este, cruzando el Arroyo. Probablemente, unos metros más, agregaríamos nosotros.
Lo destacable para nosotros es que las Chacras números 68/62/63 pasarían desde la época de la Reducción y de la mensura de 1818, a manos de Simón José Pereyra II de Castro Arguibel, de quien hablaremos luego, según el siguiente detalle de propietarios previos:
La Chacra número 62 fue asignada por el Decreto del Superior Gobierno del año 1818 al teniente coronel Esteban Hernández, quien actuó en las invasiones inglesas y fue tomado prisionero por los británicos en febrero de 1807, para fugarse y pasar al mando del aguerrido Cuerpo de Blandengues. También fue cabildante del 22 de mayo de 1810, votando por las aspiraciones patriotas. Fue comprada rápidamente en 1819 por Pascuala Díaz, y luego por Luciano María Cabral en 1822, y por José Teodoro Lacondayre y Luis Chordeaus en 1826, y por Víctor Conrras en 1829, hasta recaer en propiedad de Cristóbal Bresk en 1832, y por cuya sucesión Simón J. Pereyra termina siendo adjudicado el 4.10.1842. Es imprescindible indicar que por una nota agregada a dicho Concurso de sucesión o Testamentaría se le anexaron las tierras propiamente del bañado conocidas como Letra B en la Mesura final.
La Chacra número 63 correspondió también por el mismo Decreto del año 1818 a Marcelino Huertas. Se desplegaba como continuación hacia el Este de la Chacra 62. Permaneció sin novedades hasta que en 1846 distintos nietos y herederos del nombrado fueron autorizados a vender a David Fernández en 1846, quien meses después vende a Inocencia Garrido. Pero el 30.3.1854 (es decir, 8 años después de la compra) la mencionada Garrido declara que esta Chacra fue adquirida por Simón J Pereyra, quien había muerto dos años antes.
la Chacra número 68 fue asignada en 1818 a Agustín Garrigós, quien vende en 1822 a Benito Goyena y Pascuala Díaz, iniciándose también una misma línea de propietarios que la Chacra 62 hasta concluir en propiedad de Simón J. Pereyra en 1842. Aquí deben anexarse más tierras, pero esta vez hacia el Oeste, que darán lugar a una extensión de terreno sobre el actual Almirante Brown conocido como Letra A en la mesura del año 1903, cuya minuciosa descripción de los antecedentes de la línea de propietarios desde 1818, agrega además que Pereyra celebró Contrato de Arrendamiento de todas estas Chacras ya desde antes (1840), con Andrés Meinminger (6).
Respecto a las otras 9 chacras restantes, y para sintetizar, diremos que la Chacra 64, en 1818, fue designada a Hilario Ábalos; la 65 más otro solar del pueblo a Prudencio Sagari; la 66 a Juan Andrés Ferrara, licenciado de Sagradas Teologías y Oficial de Intendencia de Policía; la Chacra 67 a José Eusebio Almirón y su ponto Nord Oeste sería lo que es hoy la intersección de Pedemonte y Avda. Donato Álvarez; la 69 al coronel Rafael Hortiguera, quien también actuó en las invasiones inglesas de 1806 y en la heroica defensa de Montevideo en 1807, y estuvo al mando del Tercer Escuadrón del Regimiento de Dragones de la Patria en 1812 y el Director Gervasio Posadas lo declaró “Benemérito de la Patria en grado heroico”; la 70 a Tomás Pacheco más otro solar del Pueblo; la 71 al General José Rondeau, Director Supremo en 1815 y en 1819, y Gobernador de la Banda Oriental en 1828. La última, número 72, a Venancio Leyva, descendiente de los indios Kilmes. (7)
Todas estas Chacras permanecieron poco pobladas desde 1818 a 1860/76 aproximadamente, excepto las Chacras números 68/62 y 63 que pertenecieron desde 1839/1842 a Simón J. Pereyra II de Castro Arguibel, como ya adelantamos. La diferencia de fechas entre 1839/1842 lo disponemos así porque Pereyra tenía contratos previos a su favor de arrendamiento en el lugar, y su escrituración notarial se realizó en distintos casos entre 1840/42.
Algunos propietarios designados en la repartición de 1818 se quedaron en el Pueblo de Quilmes o en la misma Ciudad de Buenos Aires. Más tarde entonces perdieron sus títulos o mercedes gratuitas. Además, estas últimas chacras eran las menos beneficiadas por el tipo de terreno donde se asentaban, zona de bañados y cañada que hacían muy difícil su desarrollo poblacional, respaldadas con actividades agrícolas o ganaderas.
Lamentablemente, al otorgarse estas tierras más bien en calidad de nuevos títulos de privilegio y no como tierras para labranza a gente que la quisiera trabajar, la zona siguió despoblada, rodeada por crecientes ganaderos locales. De haberse concretado a pleno en ese momento este proyecto de factura liberal, pero sentido práctico, otra hubiera sido la configuración de la parte más alejada del centro de Quilmes, lo que la mantuvo en un atraso relativo por más de 100 años. En general, el otorgamiento en merced de estas tierras estimamos que fue una correcta disposición general, emanada de algunos aspectos legados por la Revolución de Mayo, pero al quedar centralmente en manos de altos funcionarios, militares, por más altos méritos que tuvieren, comerciantes enriquecidos, y algunos jerarcas eclesiásticos, la zona no quedaba con muchas posibilidades de desarrollo.
El origen remoto del nombre LA PAZ.
Es muy ilustrativo mostrar el siguiente Plano Topográfico rural publicado en 1864 por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires (8).
Podría haber controversias en cuanto a los límites reales de ambos costados de la Reducción, perpendiculares a la ribera, pues algunos dan como límite por el Norte a la Avda. Las Heras/Lamadrid, y otros a la Avda. Triunvirato por el Sur. Nosotros nos atenemos a la visión de Luis Otamendi (por el Norte Avenida Zapiola y por el Sur Avenida Amoedo), pues además encaja perfectamente con la delimitación de la propiedad de los Pereyra.
Una controversia que está originada, a nuestro entender, por las diferencias que se establecieron en la medición del rumbo de las Estancias que se originaban en el borde de la barranca frente a la ribera del Río de La Plata. La vieja medición de Francisco Mesura del año 1818 tomó una línea perpendicular a dicha barranca y dibujó un rectángulo, basado en la suerte de estancia de Juan de Garay de 1580 (media legua de frente por dos leguas y media de fondo, siempre hablamos aproximadamente): de esa manera, tanto la Avenida Rivadavia, la Avenida Las Heras, como la Avenida Zapiola son perfectamente perpendiculares a la misma, y paralelas entre sí. Nos ocuparemos un poco más acerca de los rumbos luego, pero por el momento mostramos este interesante documento:
Plano Topográfico rural de 1864. Obsérvese el trazado de lo que quedó de la antigua Reducción de los Quilmes incluyendo los terrenos de “Tablada Estado”, cruzando el Arroyo Las Piedras (de Gaete), señalado como muy inundable y aquí con algún tramo indefinido, y el Arroyo San Francisco. Hasta las tierras indicadas como de Hunt, Fink, Correa, Viell, Bell). No es un Plano perfecto, tiene diferencias con la realidad. Es solamente ilustrativo. Pero se pueden notar las divergencias de rumbo entre las tierras de la vieja Reducción con el rumbo de las tierras de Santa Coloma, pero ambos concluyen prácticamente en el mismo punto inamovible. Ya están delineadas, aunque no mencionadas, las tres grandes chacras de Simón Pereyra. Por otra parte, es el primer documento donde encontramos la denominación de “LA PAZ”, que indicaría el lugar de toda una región.
La propia costa, y por ende la barranca, se va modificando; se adentra hacia el interior del continente puesto que la desembocadura del Río de La Plata es como un embudo. Y ya a la altura de Bernal el mismo método de medición, también en perpendicular a la barranca, aunque se haga en rectángulo, va definiendo sin embargo un triángulo en relación a lo medido en el centro de Quilmes por Francisco Mesura. Ello puede verse en este Plano. La propiedad del Sr. Pedro Bernal queda comprimida en un triángulo. La propiedad de Santa Coloma se mantiene como un rectángulo, pero ya en su parte final hacia el Sudoeste se interpone o invade las Chacras de los Pereyra (que no se menciona en este Plano, pero no dejan de dibujarse dentro del más vasto territorio denominado “Tablada del Estado”).
Y es destacable que en este Plano se sobre imprime en letras muy grandes el topónimo de “LA PAZ”, que no coincide exactamente con la actual ubicación del barrio homónimo, pero es dable relacionar que de esta antigua tradición le debe su nombre. Está muy cercano a ella y la propia letra de imprenta grande no ayuda a una mejor localización. Veamos en qué consiste esta “tradición”.
Este nombre lo había utilizado en el año 1864 el agrimensor Manuel Eguía, cuando trazó un pueblo con el nombre de “La Paz”, en la zona muy cercana a la Tablada del Sur, por el lado de lo que pretendía ser entonces el pueblo cabecera del Partido de Lomas de Zamora. Nombre que fue reconocido por el Gobernador Mariano Saavedra (hijo de Cornelio, 1862/1866), pero luego se perdió (9). Es sabido que hubo una disputa entre la localidad de Barracas al Sud (luego Avellaneda, creada en 1852, escindida del Partido de Quilmes) y la localidad de Lomas de Zamora (creada en 1861, también escindida del Partido de Quilmes), acerca de la zona de la Cañada de Gaete. De manera que este nombre de “La Paz” ya estaba lanzado al ruedo, y al no haber prosperado puede haber quedado en la memoria de los lugareños como zona extendida.
De manera que en este documento encontramos por primera vez un homónimo, perdido en el tiempo, de su actual denominación. Algún folleto vecinal que circuló hace tiempo hace referencia a que el nombre “La Paz” se debió a una primera casona que tenía ese nombre. A nosotros nos parece más pertinente ubicar el origen del mismo en este viejo Plano del año 1864. O en todo caso, ese supuesto cartel provenía de aquel espíritu.
Podríamos imaginar algo: el Plano es de 1864, época de alsinistas (autonomistas) de Buenos Aires, que ordenaron levantar este documento, imperfecto en sí mismo. El objetivo era comenzar a ordenar propiedades a efectos tributarios. Entonces, y surge de nuestra íntima convicción, que la zona denominada desde mucho antes La Tablada del Sur debe haber sido un lugar de enfrentamientos, sobre todo entre unitarios y federales, o lo que quedó de estos últimos luego de la caída de Rosas en 1852, tal vez entre alsinistas y mitristas posteriores. Hasta que por alguna convención “civilizadora” se podría haber bautizado como zona de LA PAZ. Una “sensible” forma de olvido u ocultamiento del pasado que convenía por igual a los distintos grupos dirigentes, anti rosistas todos. Campeaba además siempre la cuestión ganadera en el lugar, entre saladeristas, abastecedores y propietarios, o propietarios que además eran abastecedores, como Rosas, y quién monopolizaba y con qué grupo social el creciente comercio exterior. Una cierta sombra dolorosa se levanta en el Oeste de Quilmes, detrás de los bañados, bajo el nombre de La Paz.
Consultado al respecto el investigador en temas históricos, apasionado archivista, Sr. Fernando Font, él cree que el nombre de LA PAZ deviene de las dos batallas que quedaron involucradas en la Provincia de Buenos Aires, Cepeda por un lado (1859, triunfo de la Confederación Argentina, federal) y Pavón por el otro (1861, triunfo del Estado Unitario comandado por Buenos Aires y liquidación de la Confederación Argentina), con las que se afianza la Organización Nacional unitaria y es a la mismo a la que se refiere el uso del topónimo, en definitiva LA PAZ entre el Estado de Buenos Aires y la Confederación Argentina, y la reincorporación de aquella a la Nación con fuerza dirigente. Es coincidente, desde otro punto de vista, con nuestra visión acerca que “la paz” mentada así, civilizadoramente, pretendía la reconciliación u olvido de viejas luchas.
Es interesante destacar que el mismo Sr. Fernando Font nos refiere que hay un relato en el libro de César Adrogué, “Notas Históricas…”, en el cual se cita que en una tertulia de domingo (1860/1861), en casa de los Grigera, donde las esposas de Grigera, Portela y Lanús, hablaban sobre la paz y discurrían sobre los hechos políticos de entonces, y buscando una advocación religiosa para suplantar a la que tenían en el Oratorio de los Grigera (Nuestra Señora del Tránsito o Ascensión), deciden hacer honor a LA PAZ y eligen como Patrona de Lomas a NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ, cambiando la de Tránsito por ésta. Es decir, antes del Plano Topográfico de la Provincia de 1864 y la denominación otorgada por el agrimensor Eguía a la zona ya se estaba utilizando el topónimo en los círculos cercanos geográficamente al barrio que nos ocupa en Quilmes Oeste.
La importancia y características del Terreno de La Tablada Del Sur.
El alcalde Ciriaco Cuitiño.¿La Mazorca tuvo su origen en La Tablada del Sur?
Observemos ahora concretamente la Mesura y Plano realizado por el agrimensor Pedro Benoit en 1865 (10), a los efectos de establecer lo que serían los “Terrenos del Estado para la Tablada del Sur”, tierras fiscales de gran extensión. Ese año el Gobierno de la Provincia encargó delimitar estas tierras inhóspitas debido al bañado de Gaete. En realidad, retornarían oficialmente otra vez al Estado en función de la propiedad virreinal del antiguo terreno de la Reducción de los Indios Quilmes, luego de años de abandono. Lo exponemos a continuación (perímetro señalado en azul a rayas hasta el Arroyo Las Piedras en el dibujo del comienzo):
Plano de mesura número 54, realizado en 1865, medición para el Estado Provincial de los Terrenos de La Tablada del Sur. Obsérvese dentro del antiguo predio de la ex Reducción Indígena la delimitación de la propiedad estatal dentro de bañados, la de Pereyra, y otras propiedades. El Arroyo San Francisco con desagüe indefinido. La calle abierta entre la fracción Norte y la fracción Sur de La Tablada, que cruza el rectángulo de Pereyra que toca el Arroyo sería la actual calle 889, aproximadamente. Original en el Archivo Histórico de Geodesia de la Provincia de Buenos Aires.
Primero vayamos a apreciar la medición de los “Terrenos del Estado destinados para Tablada del Sur”, un total de 397 hectáreas que encajona a la propiedad de Pereyra Iraola tanto por el Norte como por el Sur. Dentro de él también podrá distinguirse una “zanja abierta” hacia el Norte, hoy Pedemonte, límite con los terrenos del ex Batallón Viejobueno, un “proyecto de oficina para la Tablada”, un “Antonio Collman, poblado sin título”, el único poblado dentro del área medida, y un arroyo San Francisco que desagua sobre las tierras en forma indefinida, como laguna o pantano. Hoy el Arroyo San Francisco se ha canalizado más hacia el Sur, en línea con la calle 822. Antiguamente, desbordaba como dentro de una palangana que se satura. Se entiende que “Tablada” es el lugar próximo al matadero de abasto de una población donde se reúne el ganado. A los corrales se los cerraba con palos de pique, postes de ñandubay o con zanjas profundas.
Es decir, todas las 397 hectáreas son propiedad del Estado. Y una parte de ella, particularmente la localizada más hacia el Oeste, de tierras más altas, será destinada para Tablada (corrales). Por ello, de alguna manera, el Plano Topográfico anterior de 1864 se lee “Tablada” hacia el Oeste y “Estado” en los bordes inundables del arroyo.
El ganado que llegaría al lugar desde el Sur por la Avenida Donato Álvarez, transformada en Avenida Charcas más allá, se agruparía en corrales para el abastecimiento de Buenos Aires, como centro de acopio. Los animales tendrían varios dueños, como un Mercado de Hacienda de Liniers en pequeño, sin importar la propiedad del terreno, por su propio carácter de “tierra de nadie”, o fiscal luego. Siguió en esa naturaleza hasta la última mitad del siglo XIX. A partir de 1876, poco después que el Municipio realizó obras de canalizado de esta parte del Arroyo deteniendo o mejorando el desborde pluvial, se consiguió mensurar y revalorizar para la venta las tierras del bañado propiamente dichas.
Se puede pensar que esta zona de bañados era impropia para concentrar ganado. Los animales estarían inmersos en el fango y hundidos tal vez hasta la panza. Pero no todo el lugar era tan adverso. La parte de La Tablada más cercana a las chacras, que incluye la propiedad de Pereyra, era relativamente seca y, lo fundamental para los animales, con acceso a la aguada. Se ve así en el plano de 1865 arriba transcripto. También podríamos especular que en los primeros tiempos (1815/1860), al no estar bien delimitados los terrenos, los corrales y rodeos podrían haberse extendido, en la práctica, hacia las superficies del ex Batallón Viejobueno, acercándose incluso hacia el centro del mismo saladero de Las Higueritas, de Rosas.
Los corrales o el acopio de ganado vacuno y caballar después de 1870 fueron mermando. Comenzaron los frigoríficos modernos que fueron desplazando por completo los antiguos saladeros. Se inició además un poblamiento pequeño y aislado. El fenómeno de revalorización de la tierra que también se originó a partir de la caída de Rosas, y la mayor industrialización para exportación de carnes y cereales que ya se había puesto en marcha antes en toda la campaña a partir de la segunda mitad del siglo XIX, ayudó a reconfigurar también la zona, pero entendemos de manera tardía. Al lugar, podríamos decir, irrumpió veinticinco años después. La zona se mantuvo desigual respecto al desarrollo del centro de Quilmes por esos dos factores: inundable y ganadera, sin valor agregado en tareas productivas.
Y estimamos que el área real habría abarcado al principio, entre 1815/1830, aproximadamente, una extensión mucho mayor, indefinida, que lo que se midió de ella en 1865, resultado de este plano. Muy probablemente ocupó también el área de lo que es hoy el ex Batallón Domingo Viejobueno, terrenos más bien libres, todavía no disputados por propietarios.
Siguió en esa naturaleza hasta la última mitad del siglo XIX. A partir de 1876, poco después que el Municipio realizó obras de canalizado de esta parte del Arroyo, deteniendo o mejorando el desborde pluvial, se consiguió mensurar y revalorizar para la venta las tierras del bañado propiamente dichas.
Los corrales o el acopio de ganado vacuno y caballar fueron mermando. Los frigoríficos modernos comenzaron a desplazar por completo los antiguos saladeros. Se inició además un poblamiento pequeño y aislado. El fenómeno de revalorización de la propiedad de la tierra creció a partir de la caída de Rosas, y con ello la aparición del alambrado y un renovado criterio de propiedad privada estanciera.
Lo interesante de este Plano del año 1865 es que se puede observar las propiedades de Simón J Pereyra II, designadas con los números 68/62 y 63 en el año 1818, como ya apuntamos. Y se le reconoce la anexión a partir de la Chacra 62 de un rectángulo hasta el borde del Arroyo Las Piedras hacia el Este, nominado como Letra “B
También, tiene una anexión que parte de la Chacra 68 hacia el Oeste, ya actual Partido de Almirante Brown (no abundaremos para ese lado).
Esta anexión a las Chacras principales conocida luego como Letra “B” de Pereyra cortará en dos la propiedad general de la Tablada del Sur, por lo cual se le obliga a abrir al propietario una calle interna para permitir comunicar la fracción Norte con la del Sur, que sería, aproximadamente, a la altura de la actual calle 889, entre calle 802 y Avenida Tomás Flores (ex Pasco).
Ello demuestra en forma contundente que la única familia que demostró su voluntad persistente y acción para operar sobre los terrenos inundables en el margen izquierdo del Arroyo Las Piedras fue la de los Pereyra Iraola a lo largo de los años. No resultó casual tampoco esta permanencia, pues dentro de la amplia zona de terrenos inundables estas Chacras se ubicaban en los terrenos más altos, siendo además la Avenida Tomás Flores (ex Pasco) el camino tradicional, preexistente, de comunicación entre el Este y el Oeste de Quilmes. Y expone además la fuerza política y económica de los Pereyra Iraola, que no pudieron ser avasallados con la medición del Estado Provincial. Pues dentro del área magna de La Tablada del Sur se terminó reconociendo la existencia de una propiedad privada previa, intercalada, sobre esta zona inundable y pantanosa, que pertenecía a dicho linaje familiar.
Luego, en el año 1876, la zona que siguió referenciándose como Tablada del Sur, quedará a disposición del Estado Municipal. Éste la recibirá para su medición particular y loteo. Se le otorgará nuevos números, pero el terreno de la progenie de Simón Pereyra seguirá existiendo como tal hasta el siglo XX. Como veremos después, cuando expongamos el plano de medición propiamente de Pereyra Iraola realizada en el año 1903.
Por el momento, esta medición de 1865, según nuestro enfoque, se ubica en un punto de partida que resulta ser la intersección de la Avda. Donato Álvarez y Pedemonte. Pues dicho agrimensor dice: “Me situé en el mojón esquinero A del Plano de la propiedad de Santa Coloma, y desde él establecí la línea que sirve de límite a la suerte primitiva de Quilmes del otro lado de la Cañada de Gaete”. Y comienza su tarea. Fue recién en este año que el amplio espacio que quedaba entre el Arroyo Las Piedras y las Chacras numeradas del 61 al 72, zona complicada y pantanosa, un obstáculo natural que excluía la comunicación fluida entre el Este y el Oeste de Quilmes, comenzó a ser tenida más en cuenta, otorgándosele el nombre oficial de “Terrenos del Estado Provincial para Tablada del Sur”.
La existencia de corrales de ganado vacuno, que estimamos venía desde la época del Saladero de Rosas entre 1815/1817, instalado en la cercana Monte Chingolo, habrá sido determinante antes para que Simón J. Pereyra comprara en esta zona, vislumbrara excelentes negocios, y presionara para obtener sus terrenos anexos, como no lo haría ningún otro propietario. También, habrá sido determinante para que el Estado Provincial, después, termine de apropiarse de ellos, y liquidar de alguna manera la zona símbolo del rosismo, La Tablada del Sur.
La caída de Rosas en 1852, por otra parte, habrá producido alguna desbandada en las huestes federales que podrían habitar o rondar todavía el lugar de La Tablada del Sur de manera precaria. Esta zona, que quedó por un tiempo bajo la administración del recientemente creado Partido de Barracas al Sur (Avellaneda) cayó bajo los tiroteos y acciones de dispersión de las autoridades unitarias que pasaron inmediatamente a gobernarlo.¿La sombra acaso de un pasado que Quilmes -y Avellaneda- no quiere evocar?
Al respecto es muy importante recordar los siguientes acontecimientos previos: Rosas deja en 1832 su primer año de gobierno e inicia la Campana al Desierto. Asume la conducción Juan Ramón Balcarce. En 1833, alejado Rosas, la Provincia se convulsiona.
Ciriaco Cuitiño, que había sido Alcalde del Cuartel de Quilmes hasta 1827 y Jefe Coronel de Policía de la Guardia de Serenos de Buenos Aires, con sede en Barracas, a partir de esa fecha, se encontraba para octubre de 1833 dentro del grupo de los llamados “federales netos”. Junto con otros diez comandantes que provienen de otros lugares Cuitiño cruza desde Quilmes el Puente de Gálvez (actual Pueyrredón), con varios hombres a su cargo, y lo enfrenta a Balcarce, quien lideraba a los llamados “lomos negros”.
Esta acción se conoció como la Revolución del “Restaurador de las Leyes”, que así se llamaba el periódico de oposición al gobierno de Balcarce, sospechado de “actos hostiles a la mayoría de los habitantes de la Provincia, ejercidos tiránicamente por un grupo de extranjeros” (11). Estos hombres, muy probablemente, provinieran reclutados desde la Tablada del Sur, en Quilmes Oeste, lugar de peonada ganadera, reseros y matarifes, ágiles, diestros, prototipos del trabajador industrial, y grupo donde Rosas recogía mucha popularidad. Y donde Ciriaco Cuitiño, que además había vivido hasta 1827 en una zona próxima al actual centro de Quilmes, debía tener sin duda influencia y ascendencia sobre ellos, pues se sabe que frecuentaba el lugar y hasta las Lomas de Zamora. Adolfo Saldías dice que la “revolución de los restauradores” se compuso de un nutrido grupo de cien personas.
El movimiento o “revolución de los restauradores” produjo la caída de Balcarce y la asunción del General Viamonte. Que sepamos, jamás se mencionó la posible procedencia concreta de este grupo en el acto revolucionario de octubre de 1833. No podía ser del grupo de “serenos” solamente que comandaba Cuitiño.
Es un primer acto de sublevados al primer gobierno posterior a Rosas. De alguna manera encontraríamos un cierto paralelo con la “revolución de los quinteros” del 5 y 6 de abril de 1811, quienes marcharon al Cabildo desde Lomas de Zamora, liderados por Don Tomás Grigera, 22 años después, volteando al grupo jacobino de la Revolución de Mayo.
No sería la primera ni la última vez que una fuerte masa de clases bajas cruzara el Riachuelo hacia Buenos Aires. Ambos movimientos serán acusados de “conservadores” pero en realidad expresaban los deseos de una identidad y reconocimiento postergados. Este “paralelismo” entre los movimientos de 1811 y 1833 no ha sido suficientemente destacado, y la implicancia indirecta de este último con Quilmes. Por su zona geográfica, digamos, porque tanto uno como otro pertenecían en sus orígenes sociales jurídicamente todavía al inmenso Curato de Quilmes.
Esa “revolución” de 1833, con alguna impronta quilmeña, fue configurando luego el mayor armado de La Mazorca o Sociedad Popular Restauradora para enfrentar los sucesos sobre todo de 1840, cuando el General Lavalle amenazaba atacar y tomar Buenos Aires con la ayuda de la Escuadra Francesa desde el río. El destino de Cuitiño, lejos del cliché de “asesino” o “embriagado cuchillero” con lo que se lo pretendió denostar, a la caída de Rosas, es sabido, será aciago: condenado a ser fusilado y su cuerpo luego a ser exhibido en la horca en la actual Plaza de Mayo.
Significativamente, el año 1840, en que La Mazorca como organización activa alcanza su máximo esplendor, Simón Pereyra realiza la primera compra de tierras en este lugar de Quilmes Oeste, exclusivo casi dentro del espacio amplio de La Tablada del Sur, zona de los hombres que Cuitiño solía reclutar, y venía siendo él además uno de los diversos pero relevantes aportantes que ayudaban al presupuesto de las arcas del gobierno de la Provincia, disminuidas debido al interregno no rosista (1832/1835).
Derivaciones interesantes del Plano de 1865: ¿Qué rumbo debo aceptar? “¿Cuál es aquel camino que tengo que tomar?”
Para realizar su tarea el Agrimensor en el año 1865ha tenido en cuenta el mismo rumbo que la medición de 1818, trazado por la actual Avda. Zapiola, en forma perpendicular a la ribera, con lo cual no se admitirá que Santa Coloma caiga sobre la propiedad de Pereyra, y en definitiva sobre los terrenos que pretendía medir a su favor los de La Tablada del Sur en representación del Estado Provincial. Este mojón de Santa Coloma del que habla y desde donde se ubica el agrimensor está referenciado en la actual calle Lomas de Zamora, en la parte trasera de la Parroquia María Auxiliadora de Bernal, en cuyo predio interior se encuentra la Casa homónima, construida en 1805, declarada Monumento Histórico Nacional. Se observa nítidamente en su Plano que toda la propiedad de Pereyra, y también de Saurdeaux y de Otamendi, y en relación a La Tablada en su parte Norte, se encuentran alineadas en paralelo con un mismo rumbo o perspectiva, mientras Santa Coloma lo hace en otro rumbo.
Lo que le queda a Santa Coloma, en los términos de una larga sucesión, inmediatamente al Norte de Pereyra y La Tablada del Sur, será un triángulo reducido, que ha resultado por diversos conflictos entre propietarios. Ellos reclamaban “su” rectángulo perfecto en las formas y medidas de las viejas “suertes principales” otorgadas por Juan de Garay en 1580: ninguna propiedad, por sentido común, se compra como triángulo. En la batalla judicial, que ha llenado varias fojas, libros y estantes, tanto Santa Coloma, como luego el Sr. Pedro Bernal, resultaron perdedores. En función que la otra perspectiva antigua quedó más en firme. Las divergencias de trazas, rumbos o perspectivas, puede expresarse, así como sigue.
Dibujo de cómo quedaron las propiedades hacia el Norte de la antigua Reducción de los Indios Kilmes, que siempre fue un rectángulo perfecto, más al Sur, como hemos ilustrado anteriormente. La propiedad de Santa Coloma es el punto de referencia que utiliza el agrimensor en 1865, ubicada del otro lado de la Cañada de Gaete. Y se coloca, para comenzar a medir los terrenos de la Tablada del Sur, en el Punto A, que sería, además, según nuestro análisis, el mojón Norte “de la Reducción de los Kilmes”. La propiedad de Santa Coloma, cuando se adquiere, en 1805, lo hace en sentido de rectángulo, pero queda limitada en forma de triángulo por la presión o impedimento del límite de la antigua Reducción, que se ejerce por la actual Avda. Zapiola, donde todas las calles, hasta ahí, tienen una misma dirección en relación a la ribera. Más al Norte de Santa Coloma, la propiedad que le sigue, de los “Padres Dominicos”, logró conservarse por lo menos en forma de rectángulo irregular. Descripción: Punto A: Avda. Donato Álvarez y Pedemonte/Montevideo/Lomas de Zamora. Punto E: Avda. Donato Álvarez y Coronel Lynch, que separa el Partido de Quilmes con Avellaneda (Wilde). Punto D: Avenida Caseros. Punto C: Montevideo y Avda. San Martín (siguiendo por Montevideo/Lomas de Zamora se encuentra la Casa de Santa Coloma). Punto B: Avda. Zapiola y Avda. San Martín.
La calle Lomas de Zamora (llamada antiguamente “Camino de la Huella”), moviéndose hacia el Oeste, se denomina Montevideo, luego Sessa y por último Pedemonte y finaliza perfectamente en el punto de Avda. Donato Álvarez, por su lado Norte. Pero la propiedad de Santa Coloma, por su lado Sur, caería sobre la propiedad de Pereyra, y de la propia Tablada, y devengaría en una superposición con la vieja medición de Francisco Mesura, medición que si bien era anterior (1818) a la compra de Coloma (1805), se sostenía en un plano general anterior suyo y en la propia y larga tradición y permanencia reconocida de la Reducción indígena. Entonces, la Sucesión Santa Coloma debió respetar la línea paralela a la vieja medición de Francisco Mesura como límite y, queda demostrado, adicionalmente, que para esta época (1865) dicha sucesión ya había perdido derechos o reclamos respecto a una posesión en forma de rectángulo.
Al Norte y lindero con Santa Coloma se encontraba la propiedad de los “Padres Dominicos”. Un extenso territorio que tendía a ser como el gran rectángulo de todas las demás, y tal vez lo fuera originalmente. En el dibujo aparece con todos los lados asimétricos. Incluía lo que son hoy los terrenos del ex Batallón Domingo Viejobueno.
Los Padres Dominicos llegaron al lugar a fines del siglo XVIII, aunque esta última parte detrás de los bañados, hacia los fondos de la Reducción, fueron descuidados por ellos. Para colmo, en 1826, el que era ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores del Gobernador Martín Pueyrredón, el liberal y anticatólico Bernardino Rivadavia, realizó una amplia reforma eclesiástica que entre otras cosas expropió bienes y rentas de los Conventos. Y fue en ese momento que los Dominicos habrían perdido esta parte de su amplia extensión de propiedad. En 1835, durante el primer Gobierno de Rosas, estos bienes le fueron restituidos, pero no dejaron de tener dificultades ante litigios de otros propietarios que ya estaban posesionados del lugar.
Luego, la parte más al Sur de esta propiedad de los Dominicos fue adquirida por el estanciero José Ignacio Eyzaguirre, que delimitó (él y sus descendientes, los Urquizú), el núcleo territorial desde el cual se fundará la actual localidad de Don Bosco. Y nuevamente, Eyzaguirre-Urquizú se encontraron con esta misma problemática de la existencia de otros propietarios preexistentes a su compra, dentro de los terrenos de la parte Oeste cruzando los bañados (Ver referencia número 21, Silvia Marmori, quien lo tratará en un libro de próxima aparición). Pero no seguiremos el asunto de este lugar, sólo lo mostramos brevemente para ilustrar mejor lo que ocurría al Norte del límite de la Reducción, de la Tablada del Sur, y de la propiedad de Pereyra Iraola, a un paso del saladero Las Higueritas de Rosas.
De allí también resaltar la importancia de lo que sucedía aquí mismo. Los corrales, para esta época ya se habrían reducido considerablemente. La calle Coronel Lynch, la más al Norte, separa a los Partidos de Quilmes con Avellaneda (Wilde).
El caso en general es interesante, porque la zona exhibe un cambio brusco en los rumbos de las mediciones, hecho que ha quedado patente hasta nuestros días, como se observa en el dibujo recreativo anterior. La Avenida Zapiola es la última que corre en la dirección que lo hace.
Lo actuado en el lado Este del Partido de Quilmes, con sus luchas judiciales, territoriales o políticas, tenían su pálido reflejo en el Oeste, pero se mitigaba, como en sordina, por la existencia del inmenso bañado, obstáculo natural entre una y otra parte.
El bañado definió la existencia de dos mundos diferentes hasta alrededor de 1876. Uno, hacia la ribera, tempranamente ciudadano, comercial, cultural, liberal, asociado al Puerto de Buenos Aires, líquido, marítimo, neblinoso y ventisquero, y otro, cruzando los bañados y el Arroyo, tardíamente pastoril, ganadero, campero, gauchesco, asociado hacia el interior telúrico continental, húmedo, pantanoso, más al borde rescatado y firme de la llanura pampeana, propone el galopar infinito. Nos gustaría arriesgar que esta diversa situación geográfica produjo un destino de cosmovisión diferente en el poblador de uno y otro lado
No obstante, queremos remarcar que el rectángulo geográfico de la Reducción de los Indios Kilmes sostuvo la fortaleza jurídica intrínseca de la ley virreinal dentro de su perímetro (1666-1812), y de la Revolución de Mayo posterior (1812-1818), cuyo Estado naciente se hizo cargo de la pertenencia fiscal de los viejos límites de dicha Reducción, desde el Este hacia el Oeste. De lo contrario tal vez los límites del actual Partido de Quilmes hoy serían más reducidos.
El siglo XIX, y sobre todo a partir de la revalorización de la tierra por el aprovechamiento de ganado y cereales para exportación, ha sido testigo de una lucha judicial, y a veces de armas, para determinar los límites de propiedades fastidiosas para algunos. Esta problemática, en cambio, no sucedió en el interior de estos límites ex indígenas, más allá de conflictos particulares. Aunque la situación no fue idílica, puesto que hubo disputas sobre todo entre ganaderos y agricultores menores que se acusaban mutuamente de invadirse terrenos ajenos, para uno y otro uso. Sí se dio y con mayor virulencia jurídica hacia el Norte y hacia el Sur del antiguo límite. Podemos decir, no obstante, que la extensa Reducción Kilmes determinó una excepción y ejemplo frente a esos conflictos habituales, pues su existencia primitiva sirvió de ordenador temprano para la acción del Estado dentro de su zona de delimitación. Y sentó las bases definitivas de la Ciudad de Quilmes (1916).
Pero, en definitiva, el punto unificador, para ambas perspectivas de medición, tanto la “rectangular” como la “triangular” es la Avda. Donato Álvarez en su intersección con Pedemonte. Las dos viejas Chacras numeradas con el 51 y 67, de las doce en total, denominadas así en la medición de la Reducción (Francisco Mesura, año 1818), las dos más extremas por el Norte, pasarán a convertirse, en el plano de 1865, en pequeña parte de los terrenos de la Tablada del Sur; se las modifica apenas. Las otras diez se mantienen inalterables por largo tiempo.
Ahora bien, aclarado el tema, para nosotros pasa a ser fundamental determinar la ubicación más exacta de la Propiedad de Pereyra Iraola, y por lo que representó el origen de esta familia en la historia con relación a Juan Manuel de Rosas. Y consolidar la explicación del origen de los tres lugares históricos más relevante del Barrio La Paz: La Casa del Molino, La Cárcel o Fuerte de Observación/cuartel militar o policial, y la Casa de los Dos Leones.
La propiedad de la dinastía de los Pereyra Iraola:
Simón Pereyra II, el acopiador de fortunas, comenzando por Quilmes Oeste, miembro distinguido de La Mazorca rosista, primo político de Rosas.
Como dijimos antes, la propiedad de Simón José Pereyra II comprendía las Chacras números 68/62 y 63 y habían sido adquiridas por él desde el año 1839/1842.
Para esta época el Gobernador Juan Manuel de Rosas estaba transitando su segundo mandato (1835/1852). Simón es el continuador en la Argentina, o iniciador concreto, de una dinastía oligárquica importante. Nació en Buenos Aires durante los germinales del siglo XIX, el 27.10.1801, y fallece el 16.7.1852, cinco meses después de la derrota y exilio de quien será su insigne protector político. Era hijo del matrimonio de Leonardo Pereyra de Castro (llamémosle Leonardo Pereyra I), nacido en Vigo, España (1750/1818) con María Mauricia Arguibel, nacida en Buenos Aires (1767), quien era hermana de Teodora de Arguibel, madre de Encarnación Ezcurra, mujer de Rosas. Aquel primer Leonardo llega a Buenos Aires en 1767, y tiene 12 hijos, pero entre ellos sólo mencionaremos a Simón, y a su hermana Antonia Pereyra/Arguibel.
Simón José Pereyra II llegará a ser entonces primo de sangre de Encarnación Ezcurra y primo político de Rosas por el lado de la hermana de su mamá (su tía materna). Lo peculiar es que ambos hermanos se casan con respectivos otros hermanos de la familia Iraola: Simón se casa con Ciriaca Iraola y Antonia se casa con José Iraola (12).
Simón José Pereyra II Iraola de Castro Arguibel se completará como un rico comerciante y propietario de distintas tierras. Comenzó trabajando como dependiente en la tienda de Manuel Antonio de Arrotea (1793/1861), un estanciero y político argentino vinculado a Juan Manuel de Rosas, diputado y senador de la Confederación Argentina desde 1836 a 1852. A la muerte de Arrotea el dependiente quedó dueño de la tienda. Y con el producto de sus ganancias compró dos barcos que comerciaban con Liverpool, Inglaterra, gran centro importador de materias primas, y Glasgow, Escocia. La tienda abastecía a las tropas de Rosas, en cierta asociación con el hermano de Rosas, Prudencio Rosas.
El hijo pródigo se adhirió al Partido Federal y fue un importante miembro de la organización de autodefensa policial-militar rosista conocida como La Mazorca, que tuvo relevante actuación a partir de 1833. Se la conoce también como Sociedad Popular Restauradora. Dice Adolfo Saldías: “Componíase ésta de partidarios fanáticos, de militantes de todas graduaciones, y de hombres ventajosamente conocidos en la sociedad, en la magistratura, en las letras y en el foro. Debió su origen a los sucesos políticos de 1833, y este origen fue verdaderamente popular. Fue durante el gobierno de Balcarce cuando los federales amigos de Rozas, quien se encontraba a doscientas leguas de Buenos Aires empeñado en su expedición al desierto, resolvieron agruparse para contrarrestar la influencia de los lomos negros contra los federales netos. Esta agrupación tomó parte principal en la revolución llamada de los Restauradores, y de aquí le quedó el nombre de Sociedad Popular Restauradora” (13).
También, tuvo una actuación relevante cuando el Partido Unitario, comandado militarmente por el General Juan Galo Lavalle, se movilizaba para invadir Buenos Aires contra la Confederación, apoyado por prominentes figuras públicas exiliadas sobre todo en Montevideo, y apoyada por fuerzas extranjeras (Brasil, Francia e Inglaterra). En ese preciso año (1840) Simón Pereyra estaba comprando la propiedad de Quilmes Oeste. Ya mencionamos antes estos puntos. No está demás reiterarlos.
Los métodos de La Mazorca son señalados por algunos autores como fuera de la ley, expeditivos y sangrientos, pero tampoco pueden desconocerse métodos similares, y aun de mayor crueldad, del propio Partido Unitario, cuya masividad y profundidad de un lado y del otro, motivos y propósitos de alguna manera diferentes, es un tema de apasionada discusión. Un historiador meticuloso como Adolfo Saldías se referirá a las supuestas atrocidades de La Mazorca propagadas por Rivera Indarte de la siguiente manera: “Cualquier contemporáneo reirá al imaginar que tales fechorías eran perpetradas con poncho bajo el brazo y cuchillo en mano por ciudadanos honorables y ventajosamente colocados como don Simón Pereyra…”, y sigue una larga lista (14). Es de destacar que Adolfo Saldías coloca a nuestro estanciero local en el primer lugar de la lista de integrantes de La Mazorca.
Simón Pereyra Iraola II y Ciriaca Iraola tendrán seis hijos, pero cuatro de ellos mueren antes del año, y sólo quedan: Leonardo Higinio Pereyra III (1834/1889) y Juan Rafael, que fallece un año después que su padre (15). Pero además de la compra en el año 1839/42 de las chacras del extremo sudoeste de los viejos terrenos de la Reducción de los Indios Kilmes, como ya detallamos más arriba, Simón compra en el año 1850 otras 13.000 hectáreas, en aquel entonces todavía del área del inmenso Partido de Quilmes, compuesto por ocho puestos, que serán la base de la Estancia “San Juan” y Estancia “Santa Rosa” (conocidos como el Parque Pereyra Iraola).
Pero no son ésas sus únicas posesiones inmobiliarias. Por ejemplo, es elocuente destacar que las tierras donde se desarrolla la Batalla de Caseros (Santos Lugares) en febrero de 1852, cuando Rosas cae derrotado, unas diez hectáreas de ese campo (16), ya pertenecían a Simón Pereyra. La elección del terreno para esa batalla, al borde del arroyo Morón, que representó una severa pérdida para la Confederación Nacional y el inicio de un largo periodo liberal en la Argentina, fue establecida por el propio Juan Manuel de Rosas. Estimamos que lo hizo así, entre otros motivos, por la cercanía y afinidad con nuestro Estanciero local, quien le proporcionaba vituallas y otra logística militar, asociado con el hermano de Rosas para estos menesteres. Se cuenta que incluso Rosas desoyó las atinadas recomendaciones del coronel Martiniano Chilavert para un repliegue de las tropas hacia la costa del Río de La Plata por el Este, cortándole así a Urquiza la conexión con la Escuadra Brasileña que lo apoyaba. Para aislar a su terrible enemigo por el Oeste donde planeaba atacar, en el medio de una campaña cuyas poblaciones le eran hostiles al oponente entrerriano. Que no eligiera este paraje para el decisivo enfrentamiento. ¿Cuánto habrá tenido que ver nuestro estanciero local Simón Pereyra, material o psicológicamente, en la derrota de Rosas dentro de los campos propios de aquella famosa batalla? Difícil saberlo, pero creemos que la pregunta es pertinente.
Circula tal vez por ello que luego de la debacle de armas Rosas se habría refugiado en Quilmes, en la Estancia de Simón Pereyra II, pero esto no es cierto. Simplemente no es posible. Es bien sabido que Rosas, herido en una mano, y sobre el cual pesaba la posibilidad de una venganza mortal, ya sintiéndose vencido, se dirige desde Morón (Caseros) con un grupo de soldados en dirección a Matanzas (Sur Oeste), luego queda solo con su asistente de confianza, dobla hacia su izquierda (sud Este) hasta el llamado Paso de Burgos, cerca de Puente Alsina, no cruza el Riachuelo al Sur, y de allí retoma hacia el centro de Buenos Aires, donde en la actual Plaza Garay, cercana a Plaza Constitución, se apea, redacta y firma su renuncia que será entregada a la Junta de Representantes. E inmediatamente solicita refugio en la casa del Encargado de Negocios inglés Roberto Gore, quien le facilitará los trámites para embarcar hacia su exilio definitivo en Inglaterra (17).
Es decir, Rosas no se refugió aquí en Quilmes, como se cree en la imaginería popular. En ese crucial momento para su destino y del país, lo más cercano que estaba de la propiedad de Simón Pereyra era unos 12 a 15 kilómetros de distancia. Pero no se cruzó hasta aquí a buscar ningún refugio.
Pero las relaciones económicas de Juan Manuel de Rosas con Simón Pereyra quedan expuestas como muy cercanas cuando, en el propio Testamento (Cláusula 9) escrito de puño y letra por el antiguo jefe, en su residencia de Southampton, el 28.8.1862, aquel en el que entre otras cosas indica a manos de quién pasaría el legado del sable corvo de San Martín, determina que compra para su hijo Juan Bautista los “ganados con su población” que éste inmediatamente antes le había vendido a Don Simón Pereyra, provenientes de las dos Estancias heredadas que habían pertenecido a su madre Encarnación Ezcurra (“Encarnación” y “San Nicolás”), como así también se entiende que recupera a favor de su hijo las mismas Estancias, que suman 20 leguas cuadradas, 5800 cabezas de ganado vacuno, caballos, yeguarizos, ovejas, útiles y demás correspondientes, que estaban próximos a venderse a Don Simón Pereyra. Evidentemente, por razones de amistad y conveniencia Pereyra debe haber aceptado el pago en efectivo. Y se conservó la herencia familiar por un cierto tiempo. El hijo mayor de Rosas Juan Bautista no estuvo cercano nunca al padre, como sí lo estuvo su hija Manuelita, hasta el final. Sin embargo, Rosas tuvo este gesto de reconocimiento respecto a su hijo en su cláusula testamentaria.
Tal vez sería demasiado denominar estas lonjas de tierras de Pereyra Iraola II en nuestro Partido como “Estancia”, dada la relativa escasa dimensión que tenía (unas 197 hectáreas aproximadamente); más bien sería correcto llamarlo un “Potrero”, como se le decía en lenguaje campero. Según algún registro este “potrero” se habría llamado “Las Quilmes”(18). Rosas muy probablemente visitó el lugar, en circunstancias anteriores, pero no como refugio o posta de huida.
Simón fallece en julio de 1852, a los 51 años de edad, poco después de la derrota y exilio del Restaurador de Las Leyes. Sus restos fueron llevados al exclusivo Cementerio de La Recoleta, según nos confirma su directora a través de los registros de ingreso. No hemos podido averiguar las circunstancias de su fallecimiento, pero resultaría probable la persecución, la cárcel, la venganza, o la abrupta declinación de su negocio comercial. No obstante, sus tierras, ese activo fijo principal de varias generaciones de la familia, no fueron incautadas en aquel momento como sí lo fueron todas las propiedades de Rosas mientras duró su exilio hasta su muerte en 1877. Lo sucederá Leonardo Higinio Pereyra Iraola III.
Leonardo Higinio Pereyra III, el hijo fundador de la Sociedad Rural Argentina y creador de la Estancia San Juan y administrador del Potrero de “Las Quilmes”.
Leonardo Higinio, a los 18 años de edad, será el único heredero de la fortuna de su padre Simón. Queda bajo el cuidado de su cuñado José Gerónimo (19). El padre no sólo había comprado estas Chacras que mencionamos en el sudoeste de Quilmes, sino varias más en otros puntos de la Provincia. Habría llegado a tener hasta 137.840 hectáreas de tierras en la Provincia de Buenos Aires, base de la fortuna de los herederos. Su principal producción sobre ellas fue la cría de vacas, ovejas y caballos. De un registro clasificatorio del año 1839 nuestro personaje inicial surge como una de las mayores riquezas dentro de la Provincia. Sobre un total de un listado de 240 capitalistas, Simón ocupaba el puesto 66 con $223.500, entendiéndose como muy “poderosos” a aquellos que estaban por encima de los $80.000 (20).
En 1857 este hijo de Simón viaja a Europa junto a su primo Martín Iraola, hijo de su hermana, y estudia el proceso de forestación para evitar la erosión de los suelos. A la vuelta fundará la famosa Estancia San Juan, en la que sembrará diversas especies arbóreas, más conocida popularmente hoy como Parque Pereyra Iraola, expropiada para usos públicos por el primer gobierno del General Perón en el año 1949, de la cual 600 hectáreas serán liberadas al uso público, y el resto será destinado para distintos organismos gubernamentales, incluida la Escuela de Policía Juan Vucetich, y otras concesiones privadas. También trae algunos ejemplares vacunos y practicará cría y refinamiento de ganado. Es el momento que muchas antiguas familias de origen federal, caído Rosas, ahora acomodadas, y aprovechando las nuevas oportunidades de la revolución industrial inglesa de mediados del siglo XIX, comienzan a sujetar y aumentar sus propias riquezas meciéndose en el flujo del comercio exterior asimétrico de carnes y granos con Europa, sobre todo Inglaterra, a costa del yugo y la pobreza de la mayoría del país.
Hay algún aspecto de hasta cierta transgresión de tabú familiar. El linaje de los Pereyra se distingue por un destino de mezcla endogámico, repetitivo, en la conformación de su familia. Se cruzan entre sí. Por ejemplo,nuevamente Leonardo Higinio se casará con María Antonia Iraola Pereyra, su prima hermana por doble vínculo, ya que la hermana (Antonia Pereyra) de su padre (Simón Pereyra) estaba casada con el hermano (José Iraola) de su madre (Ciriaca Iraola). Su esposa María Antonia Iraola Pereyra era hija de José Iraola (tío político) y de Antonio Pereyra (tía hermana). Dentro de este enjambre, difícil de seguir, no sabemos de ningún descendiente con rabo de cerdo, o condenado a cien años de soledad, como en las historias de Gabriel García Márquez.
En 1866 Leonardo Higinio Pereyra Iraola es nada menos que uno de los catorce fundadores de la Sociedad Rural Argentina, junto a José Toribio Martínez de Hoz, Francisco Madero, Jorge Temperley y Guillermo Garrahan, entre otros, grandes propietarios de tierras pampeanas que, como se sabe, es un ente pivote de la oligarquía ganadera y latifundista del país, hasta nuestros días. Y fue también su presidente en los años 1882/1884. Un lujo de personaje, ya en tercera generación.
A la muerte de Leonardo Higinio Pereyra Iraola III en 1899 se inicia un nuevo proceso sucesorio a favor de sus seis hijos: uno llamado Leonardo Rafael Manuel Pereyra IV (nieto de Simón, 1867/1943) quien quedará a cargo del casco principal de la Estancia San Juan (actual Parque en Gutiérrez); Martín, a quien se le otorgará la Estancia Santa Rosa en la Provincia de San Juan, y las cuatro hermanas Laura, Sara, María Antonia y María Luisa, a quienes les convendrá terrenos menores dentro de la Estancia “San Juan”, y otras propiedades, incluidas las tierras del sudoeste de Quilmes, las que evidentemente se consideraba subalternas. Cuando en 1949 el primer gobierno de Juan Domingo Perón expropia la Estancia “San Juan” para la creación del extenso Parque Pereyra Iraola la familia muda su cabaña a la Estancia “San Simón” en Balcarce, la cual termina de liquidarse en 1996 (21).
La mencionada al principio Chacra número 62, con una superficie de 15 hectáreas y 2.262 m2 queda por partes iguales para María Luisa Pereyra Iraola de Herrera Vegas (casada en primeras nupcias con Rafael Herrera Vegas), en condominio indiviso con su hermana María Antonia Pereyra Iraola (casada también en primeras nupcias con el hermano del esposo de su hermana, Marcelino Herrera Vegas): nuevamente, aparece el fenómeno endogámico señalado. Ambas son nietas del primer propietario, Simón Pereyra. Y también fue adjudicada a las mismas hermanas la Chacra número 63 con una superficie de 15 hectáreas, y 1.075 m2 y la Chacra número 68 con una superficie de 19 hectáreas y 1.049 m2, así como la mitad sudeste del Lote B del mismo plano con una superficie de 47 hectáreas -sobre un total de 94 hectáreas-. (22).
Son los bienes inmuebles que nos interesan para esta zona, puesto que las herederas reciben bienes de otros lugares de la Provincia, que no detallaremos. Estamos hablando aquí de un total de casi 81,5 hectáreas para ambas hermanas. La propiedad consignada como Letra A abarca el que será Partido de Almirante Brown, y tiene una superficie de 52 hectáreas. Es significativo que el Departamento de Ingenieros de la Dirección de Geodesia aprueba las mesuras de las Chacras 63 y terrenos de las Letras A y B, realizadas en el año 1903, pero respecto a la Chacra 62 y 68 dice que “se abstiene por cuanto la sucesión de Pereyra si bien tiene una posesión de 60 años no posee título” (nos remontaría a 1843 mínimo, a la compra de Simón Pereyra; el agrimensor dice “63 años” de pertenencia, esto es año 1840).La totalidad de la superficie del plano dibujado más abajo es de 197 hectáreas.
El siguiente Plano fue realizado en el año 1903 por el Agrimensor Cornelio Bacca con el objeto de establecer los bienes de la sucesión del primer Leonardo Pereyra III, recibida en sucesión de Simón Pereyra II en el Oeste de Quilmes, y quedó de la siguiente manera (perímetro señalado en verde en el dibujo presentado al comienzo):
Plano de la Mensura número 189 de la Testamentario de Leonardo Pereyra en la Cañada de Gaete del Partido de Quilmes, agrimensor Cornelio Bacca, año 1903. Obsérvese cómo se conservan las viejas numeraciones de Chacras establecidas por Francisco Mesura en el año 1818:68, 62 y 63. Se le otorga además la Letra B que está ubicada en terrenos inundables y que no tenía delimitación anterior. Y se le asigna la Letra A a la propiedad del mismo que se interna del lado de Almirante Brown. Original en el Archivo Histórico de Geodesia del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires.
Sin embargo, no podemos dejar de confrontar, en nota aparte, al final de este trabajo, las diferencias de este Plano Particular realizado en 1903 por el Agrimensor Cornelio Baca con el Plano General número 216 de Quilmes “Ejido de Quilmes”, confeccionado en 1918, algunos años después, que contiene, a nuestro criterio, errores muy evidentes (23). Remitimos allí a quien le interese verificar algún detalle diferente.
La última etapa de la propiedad de los Pereyra Iraola. Nuevas disposiciones municipales en torno a los terrenos de La Tablada del Sur. Primera normalización de los arroyos Las Piedras y San Francisco
No obstante, volviendo al caso, y para seguir más de cerca la clarificación posterior de cómo va quedando la propiedad de Pereyra Iraola, y sus alrededores, es muy ilustrativo exponer este otro siguiente Plano:
Plano “Duplicado de Mensuras”, del 04.01, 1924, que reproduce uno extraviado del año 1893. Obsérvese que siguen los números de las Chacras 68, 62 y 63 y existe una extensa franja a favor de Leonardo Pereyra, anexionada desde la Chacra número 62 hasta el borde del Arroyo Las Piedras. Se mantienen los viejos números de las Chacras que vienen desde el 61 al 72, el centro de Quilmes, etc. Pero lo novedoso en el presente es que al Norte de esta franja de Pereyra (reconocida en plano anterior como Fracción B) se han establecido nuevos lotes numerados del 1 al 5. Y al Sur, por debajo digamos de la franja de Pereyra, se han establecido otros nuevos lotes numerados del 7 al 11, otra línea del 13 al 14, otra del 15 al 16, y otra del 17 al 18, hasta el límite de Juan Finck, o de Otamendi y Baranda cruzando el Arroyo. Esta nueva numeración corresponde a la subdivisión que la Municipalidad había hecho en 1876 de los viejos Terrenos de La Tablada del Sur, tierras anteriormente inundables y sin definición en el Plano de Francisco Mesura/Otamendi. La propiedad de los Pereyra Iraola permanece intacta como era en los orígenes. Extracto de Carpeta No 1 del Partido de Quilmes. Archivo Histórico de Geodesia del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires.
Reiteramos: Este Plano de 1924 nos trae nuevos significativos detalles acerca de la propiedad de los Pereyra Iraola en el lugar, y sus alrededores. Se conservan los viejos números de las Chacras números 68/62 y 63 que vienen de la época de Francisco Mesura en el año 1818, varios años después, en los mismos lugares. Se reconoce la anexión hacia el Este denominada “Leonardo Pereyra”. Los terrenos que habían sido designados en 1865 como terrenos del Estado para la Tablada del Sur, tanto en la fracción al norte de Pereyra como al Sur, pasan a tener números que van del 01 al 18, hasta las propiedades de Juan Finck. Esta numeración había sido otorgada por una nueva medición ordenada por la Municipalidad de Quilmes, en el año 1876 (11 años después a la medición de Pedro Benoit, arriba transcripta), con el objeto de establecer terrenos determinados legalmente para su subdivisión y venta o usos diversos.
El Municipio ya había dispuesto en el año 1868 la canalización de esta parte del Arroyo Las Piedras, lo cual comenzó a tener efectos positivos que evitaban las inundaciones pluviales y facilitaba el drenaje del pantano de la zona, como ya dijimos. De allí el interés del organismo estatal en realizar una nueva medición, numerar y apropiarse más oficialmente de estos terrenos, con cesión y autorización del gobierno provincial. Esa canalización, también del Arroyo San Francisco, hoy sigue siendo visible puesto que adoptó en algunos tramos un trazado recto. Esa rectitud deviene de aquella época de la última mitad del siglo XIX. Y causó un gran impacto favorable en todo el lugar, aunque, por el carácter pluvial del Arroyo, una y otra vez siguiera desbordándose en años posteriores, convirtiéndose en un problema esporádico crónico.
Además, este Plano también demuestra que siguen existiendo los vestigios del pasado respecto al rumbo de las mediciones que arrancaban desde las barrancas de la ribera del Río de La Plata (Quilmes). Se mantiene el viejo rectángulo de lo que fue la extensión de la Reducción de los Quilmes desde las barrancas hasta la actual Avda. Donato Álvarez, donde comienzan hacia el Oeste las propiedades de Molina, otra de Pereyra y varias de Finck. Se mantiene el triángulo que quedó de la Estancia de “Santa Coloma”, sus herederos, cuya medición por el Norte cae exactamente sobre la chacra número 67 (luego Pingel), y por el Sur intentaba meterse dentro de los terrenos de la Reducción y aun sobre la propiedad de los Pereyra Iraola, ya pretensión descartada en este Plano.
Más allá al Norte sigue también la posición oblicua de la propiedad de José Ignacio Izaguirre, en el mismo orden que la de Santa Coloma, quien compró a los Padres Dominicos, Estancia que también partía desde la barranca de la ribera y llegaba a la actual extensión del ex Batallón Domingo Viejobueno (actual Parque Tecnológica Industrial de Quilmes), y fue motivo de un largo pleito judicial en el cual los Izaguirre fueron perdiendo terrenos a favor de terceros, tal vez por la extensión inicial, o desinterés respecto a esta zona inundable más allá del Arroyo Las Piedras, concentrándose en el centro de Don Bosco (24)
Síntesis del árbol genealógico reducido de la familia Pereyra Iraola y evolución de la propiedad desde Simón Pereyra
Pereyra de Castro(1750/1818)- (Casado con María Mauricia Arguibel). Nacido en Vigo, España, fallecido en Buenos Aires. Le suceden sus hijos:
Simón José Pereyra II Iraola (1801/1852) – (casado con Ciriaca Iraola) y Antonia Pereyra – (casada con José Iraola). Miembro de la Sociedad Popular Restauradora, primo político de Rosas. Le suceden sus hijos:
Leonardo Higinio Pereyra Iraola III (1834/1889) – (Casado con María Antonia Iraola Pereyra) y Juan Rafael (+, fallecido sin descendencia). Cofundador de la SRA, desarrollador de la Estancia San Juan (hoy Parque Pereyra Iraola). Le suceden sus hijos:
Leonardo Rafael Manuel Pereyra Iraola IV (1867/1943) – (Casado con María Teresa Lamarca, tuvo 10 hijos) y sus cinco hermanos Martín – Laura – Sara –María Antonia y María Luisa(herederas de las Chacras de Quilmes en 1920, donde se encuentra la Casa del Molino y la Casa de los Dos Leones). Principal administrador de las Estancias.
Cuatro generaciones, desde el nacimiento del primero hasta el fallecimiento del último, 193 años. Ya van por la sexta y tal vez séptima generación. La propiedad del Sudoeste de Quilmes se inicia con Simón J. Pereyra en 1839/42 y termina con María Antonia y María Luisa Pereyra Iraola en 1941.
Diferencias y similitudes entre los dos más grandes estancieros argentinos del lugar y Juan Manuel de Rosas
Está muy claro que el tronco familiar de los Pereyra Iraola se va constituyendo como una burguesía terrateniente de las más grandes del país. Podríamos señalar alguna diferencia, interesante a nuestro criterio, entre esta clase de burguesía con la de la aristocracia y el patriciado argentino. Los Pereyra Iraola no traían prosapia propia virreinal y al parecer no les importó la cultura de “las artes”, como sí lo hizo otra familia de nuestros grandes estancieros lugareños, los Obligado, otro estanciero de nuestra zona, propietario desde el año 1815, hacia el casco del actual San Francisco Solano, familia de poetas, escritores y ensayistas, además de militares, políticos, ganaderos y abogados.
El caso del otro estanciero cercano importante, Wilfredo Latham, debe ser tratado aparte, como lo hicimos en otro trabajo, pues es directamente un inglés al servicio de la Corona.
Se observa a estos dos terratenientes bien pragmáticos y oportunistas, comprando bienes raíces y comerciando productos primarios del país por manufacturas, con los ingleses. Posesiones de varios años, inclusive más allá de sus muertes, que entran en una complicada sucesión. Tanto Simón Pereyra II como el otro estanciero, Manuel Alejandro Obligado, iniciadores de las respectivas dinastías, y que por circunstancias diríamos no tan azarosas vinieron a recalar en el sudoeste de Quilmes, cada cual, a su manera. Ambos tienen un padre peninsular español ambicioso de fortuna. Cada uno llega a Buenos Aires entre 1765/1767) y se casan con una rioplatense. Una aparente, pero no tanto, casualidad de época. Ambos tuvieron una cercana relación política, e intereses económicos intensos, con Juan Manuel de Rosas.
La Estancia o “potrero”, desde 1839/40, de los Pereyra Iraola en Quilmes fue ganadera, difícilmente tuviera casa propia permanente en el lugar. La Estancia de los Obligado, desde 1815, fue más bien de descanso, tenía casa propia, y algunas plantaciones de alfalfa y tambos levantados por arrendatarios, indispensable arreo ganadero propio.
Sus trayectorias son contemporáneas entre sí, pero el primero (Pereyra, comerciante y ganadero) se desarrollará a través de un árbol genealógico más prosaico o mundano mientras que el segundo se establecerá con más prosapia y refinada aristocracia (Obligado, abogado). Después de la caída de Rosas ambas familias dinásticas reniegan del federalismo que habían profesado o mentido hipócritamente, adaptándose a los tiempos. Pero en las horas decisivas de vida o muerte, por igual los dos, resultaron distintos, comparados con el destino que le tocó y enfrentó Juan Manuel de Rosas. El comandante supremo de la Vuelta de Obligado tenía un origen ilustrísimo, pasado virreinal dedicado al servicio de las instituciones españolas, y estaba comprometido de raíz con una Idea política que se perfilaba como nacional, no sólo provincial. Él mismo era casi un hombre de letras, escritor y lector, pero además un admirado pragmático y estratega aun por sus enemigos, hombre de dos mundos, campo y de ciudad, popular y selecto.
Las diversas ramas del árbol de los Pereyra van tejiéndose en paralelo con otras familias del siglo XIX y XX como los Álzaga, Anchorena, Santamarina, Pastorino, Bullrich, Lynch, Lezica, etc., aunque son muy cuidadosos de no mezclarse o dividirse demasiado para no desparramar la fortuna inicial. Lo que no ocurre con los Obligado, que se van mezclando hacia el interior de otras grandes familias (Bonorino Cuenca, Belgrano, Claypole, etc.), y reducen gradualmente su poder económico. Lo prosaico venció a la prosapia. Tres destinos de hombres ligados en distinto grado al Oeste de Quilmes (Rosas, Pereyra y Obligado), con algunos troncos remotos parecidos en lo económico, con ideas políticas que se tocan un momento y luego se separan, pero sobre todo con diferencias ideológicas y filosóficas sustanciales. La cosa, como siempre, es entre los cipayos y los nacionales.
Contradicciones y extrañezas de nuestra historia: en 1852 Juan Manuel de Rosas, amigo y pariente de Simón Pereyra, se marchaba a un exilio forzoso en Inglaterra, y el gobierno liberal unitario que se estableció a continuación le expropiaba todas sus estancias en la Provincia. Vivió desde entonces de la ayuda de amigos, algunos pocos ahorros al principio, y la actividad de una chacra mediana que adquirió en Southampton. En 1949, el primer Gobierno de Perón, casi 100 años después, venido del nacionalismo popular y una línea federal rosista, expropia una parte importante de las tierras que había comprado Simón Pereyra en 1850 (actual Parque Pereyra Iraola).
Esta familia se había transformado a los ojos del peronismo de aquel entonces en una expresión directa de la llamada oligarquía, pero siguió usufructuando de las grandes riquezas constituidas por aquel Patriarca durante el propio gobierno rosista. De alguna manera, quienes avalaron la expropiación del Brigadier se volvieron expropiados por el General. El cuerpo de Rosas es repatriado en el año 1989 y descansa en el Cementerio de La Recoleta. Su memoria se repone en equilibrio con otros próceres nacionales. Y, en cambio, los cuerpos de Simón Pereyra y de Manuel Alejandro Obligado también descansan en el mismo Cementerio, pero sus respectivas memorias se han diluido, como si se hubieran ido de la historia nacional
Bóveda de Simón Pereyra, y sus descendientes, cementerio de La Recoleta. Una dinastía rioplatense, con fueros nacionales. Estilo neoclásico francés, sobrio, líneas rectas, paredes con bloques de granito blanco grisáceo. Un cuadrado desplegado como una fortaleza sin brillo alguno, excepto las dos coronas de laureles, símbolo de triunfos, y apenas algún ventiluz trasero con una pequeña cruz cristiana. Los muertos quedan encubiertos en una semioscuridad, sin exposición pública alguna, como es por el contrario en varias otras bóvedas del mismo cementerio. Nos dice: que nadie se atreva espiar o barruntar el reposo de la familia. En el frontis arriba, tres flores encapsuladas en círculos, que podrían indicar la Trinidad del Padre, Hijo y Espíritu Santo, completan armoniosamente el círculo de laureles. Y la puerta de bronce, fuerte, inexpugnable, ya reverdecida, no por juventud sino por la vejez de haberse construido en 1879, como corresponde a una burguesía terrateniente sin ninguna pretensión de aires aristocráticos o patricios: pura demostración de solidez y poder, bien anclados en la Tierra. En el piso, otro bloque de granito largo de una sola pieza, donde pararse antes de entrar a ese ultramundo muy cerrado. Tibia lámina de cultura francesa sostenida en el intercambio comercial inglés a través de ganados y cereales. La dirección del cementerio nos confirma la inhumación en el lugar de Simón Pereyra, pero no puede asegurar que todavía se encuentre allí. Otros descendientes, como Leonardo Higinio Pereyra y otros, fueron llevados en el año 1976 a la cripta que se encuentra en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, en Barracas (aunque lo solicitamos, el Padre encargado hasta el momento no nos dio acceso a la misma). Foto autor: año 2022.
La familia Romano Paolucci-María Verdini. Una aproximación a la misteriosa y bella “Casa del Molino”. Vestigios del pasado en el barrio La Paz.
Casa del Molino, donde habitó la familia Paolucci, quien compró a los herederos de Simón Pereyra y otros. Vista lateral por el Sur desde la Avda. Santa Fe (804, casi esq. I. Torre (895). Cinco ventanas, arcos semi coloniales, plantaciones a su alrededor, postigos con remaches, patentados por Vignolo Hnos. Bs. As., paredes de 45 centímetros. Por detrás se encuentra, apenas visible, el viejo molino. El lugar que hoy ocupan las dos ventanas de la izquierda y las dos ventanas de la derecha, habrían sido sendas celdas de cárcel, sin sótanos; la del medio, oficina administrativa de la misma cárcel. Foto autor año 2022
En 1941 las hermanas María Antonia Pereyra Iraola de Herrera Vegas y María Luisa Pereyra Iraola de Herrera Vegas, domiciliadas en Capital Federal( ambas hermanas estaban casadas con respectivos hermanos, abogados, Herrera Vegas, como ya dijimos dentro de esa tendencia endogámica), venden al Sr. Romano Paolucci, domiciliado en Avellaneda, casado en primeras nupcias con María Verdini, cuatro grandes lotes de terreno designados con los números (15/16/17/18), los que son parte respectivamente de las viejas Chacras 62 y 63, que a su vez forman parte de los terrenos llamados de la “Cañada de Gaete”. Cada uno de los lotes tiene tres hectáreas aproximadamente, es decir la venta es por un total de doce manzanas.
La propiedad principal de los Paolucci queda reducida entre las calles 804 y 802, y entre 895 y 892, seis hectáreas (Lotes 15 y 16), donde se levanta lo que fue su vivienda, la Casa del Molino. Llega a un límite a pocos pasos de lo que fue La Casa de los Dos Leones, que los Pereyra Iraola venden luego a otros propietarios. Estos grandes lotes de tres hectáreas cada uno luego fueron subdivididos en las manzanas que tienen las dimensiones actuales, con sus respectivas calles en el medio.
Las otras seis hectáreas (lotes 17 y 18) se continuaban desde la calle 804 hasta la 807/808, aproximadamente, entre 895 y 892. Pero no nos centraremos en estos terrenos porque ya para fines de 1960 los Paolucci se habían desprendido de ellas, dando lugar a otros propietarios. Los Paolucci se quedaron con el casco principal.
¿Por qué es importante conocer algunos detalles de estos cuatro lotes? El lote 15 y 17, que comprende actuales calles 802 a 808, por calle 895 como su límite Oeste, se vendió por $12.060. En cambio, el lote 16 y 18, que comprende también actuales calles 802 a 808, pero por calle 892 como su límite Este, se vendió por menor valor, $10.800. Aunque sus superficies eran casi las mismas. Ambas se escrituraron el mismo día, pero con Escrituras diferentes. Nosotros estimamos que la diferencia de precios entre unos y otros se debió, primero, a que en el lote 15 se verificaba la existencia de una vivienda previa (que será La Casa del Molino de los Paolucci), aunque se fuera “a demoler”, y segundo, que los lotes 16 y 18 se encontraban más próximos al Arroyo Las Piedras.
Los descendientes del gran tronco familiar, entonces, legan por primera vez parte de la vieja Estancia (o Potrero “Las Quilmes”), para dar lugar a la aparición del núcleo del Pueblo de La Paz. Es el momento de la democratización forzosa de las grandes extensiones de tierras que ciertas familias poseían en el cercano conurbano de Buenos Aires.
Su casco histórico, en relación a los hechos demostrados aquí, quedará delimitado entre las calles 804 y Avenida Tomás Flores (ex Pasco), y calle 895 y 892, con la excepción de los escasos metros que separan este perímetro de los actuales terrenos del frigorífico El Federal, que también deben ser incluidos en esta consideración.
De manera tal que hemos llegado aquí a dilucidar de manera ininterrumpida, con fiel reproducción de secuencias, y datos absolutamente comprobados, la evolución de los titulares de estas tierras, desde 1580 hasta la fecha (442 años). Entre los que podemos destacar a la familia Pereyra Iraola con una permanencia en el lugar, por lo menos legal, por 102 años (1839/1941).
Entonces, dentro de esas seis manzanas principales, hoy se ubica la denominada catastralmente Manzana 44, circundada por Avenida Santa Fe (804) /Avda. Sr. Isidoro Torre (895) /calle 803 y calle 894, donde funciona un Club o cancha deportiva y un estacionamiento privado. Pero además se encuentra aquí, todavía en pie, la llamada popularmente “Casa del Molino”.
En una plancha de la Mensura realizada en el año 1941, a los efectos de la venta mencionada de las dos hermanas Pereyra Iraola, se consignó muy significativamente que “la edificación que existe no se vuelca en el Plano pues será demolida totalmente”. Esta edificación no tenía luz eléctrica ni agua corriente, se destacaba transporte colectivo a dos cuadras por el Camino de Cintura Temperley y a Camino La Plata, y por Camino General Belgrano, y a 7 cuadras de la Parada Pasco del Ferrocarril Provincial. Y se cerraba diciendo que se trata de un terreno llano, no inundable. (25)
Esta Casa del Molino debe ser analizada como una unidad con la llamada también popularmente La Casa de Los Dos Leones, a la que nos referiremos luego, pues estaban en el interior mismo de la propiedad de los Pereyra Iraola, antes de los Paolucci, y aunque no haya pertenecido luego a los Paolucci. Existen algunos indicios que el matrimonio Paolucci ya estaba instalado en el lugar desde antes de 1930, en calidad de Puesteros o Cuidadores, y recién compran escrituralmente en 1941, como ya veremos.
De la visita que realizamos a la Casa del Molino podríamos decir en principio que su estructura visible más antigua no podría ser anterior a 1870/1880, pero el sitio como núcleo poblacional y su estructura interna no visible podría datar de la primera mitad del siglo XIX. Tiene una puerta externa de madera, vieja, con rejas adheridas, repujadas, y soldaduras de estaño, no atornilladas. El techo más alto luce vigas expuestas exteriores de hormigón armado, cielo raso machimbrado, y tejas que serían cercanas a mediados del siglo XX. Los pisos han sido levantados y remodelados. Se nota que la instalación eléctrica ha sido colocada posteriormente. El detalle más impactante es que su pared externa Sur tiene un grosor de 45 centímetros, probablemente ahora tapada por una construcción posterior sobre ella. ¿De qué época es esta gruesa pared, nos preguntamos?
Su pared Norte, en cambio, es de sólo 30 centímetros. La puerta externa sería original. Conserva en su patio la estructura de un viejo Molino de Agua, el aspecto más pintoresco actual de un pasado remoto, ya en desuso, que no podría ser anterior a 1880 por razones técnicas e históricas. ¿Quién, cuándo y para qué lo colocó allí?
Cuando los Paolucci se instalan en este predio (¿1920/1930?) San Francisco Solano todavía no se había fundado (1949). Podríamos decir que los Paolucci constituyen el primer centro referencial más actual en el Barrio La Paz, pero no el primero, pues son ellos quienes reconstruyen sobre una vieja pared y construyen una nueva Casa.
Muchas calles todavía no habían sido delimitadas, o cedidas, ni tenían nombres o números. No obstante estar esta familia localizados aquí en una fecha anterior a la fundación de Solano las calles que se fueron abriendo siguieron la numeración del núcleo poblacional de Solano, formando una misma identidad original, desde su base central, la Avda. “844”, en orden decreciente, o la Avda. “895” que cruza a ambas localidades de norte a Sur con el mismo número, o la vieja Avenida de Las Tropas (Donato Álvarez). Modificando en ambos lugares una numeración anterior que no era el 800.
La Sra. Zoila Vega, nacida el 29.5.1929 (casi 93 años de edad), nacida en la Provincia de Chaco, que vive en Avda. Torre (895) y Avda. Santa Fe (804), frente a la Casa del Molino, nos comenta que compró aquí con su esposo en el año 1950, a los 21 años de edad. Conoció a los Paolucci, quienes le facilitaban el agua potable por acción del molino que funcionaba en ese momento. Recuerda a dos hombres, ambos solteros, hijos de Paolucci-Verdini, que no tuvieron descendencia y a la “abuela” María Verdini. Nos dice que las manzanas de terreno hacia el Arroyo San Francisco/Las Piedras estaban plantadas de alfalfares.
Pero además la antigua vecina refiere también que en el actual lugar donde se encuentra el frigorífico El Federal, cuando ella y su esposo llegaron y se instalaron también a pocos metros, había “una casilla muy deteriorada ya”, pero tendría lo que ella describe como un “mirador de altura”. El matadero, que tuvo otros nombres, destruyó todo vestigio anterior. Allí, bajo tierra, para ella, había habido “sótanos y cárceles de la época de Rosas, no propiamente en la casa de los Paolucci”, a pocos metros en diagonal. Retomaremos el dato más adelante. En la misma esquina indicada, y esto lo consignan otros pobladores, había un enorme y antiquísimo ombú, ya derribado.
La familia Paolucci, y según lo aportado por otra antigua pobladora del lugar, la Sra. María del Carmen Vinciguerra, de quien ya veremos al final todo el aporte que realiza al respecto, se dedicaba primero a fabricación de ladrillos y venta de materiales de construcción, y luego a criadero de gallinas, conejos, cerdos, y huerta.
Croquis de ubicación de los lotes 15 y 16 del año 1941, según Título inscripto el 25 de junio al F° 2685 del R.D.H con relación a las inscripciones 730/1941 e inscripción F° 386/1948, del Partido de Quilmes, perteneciente a la familia Paolucci, que englobaba las Manzanas 43,44, 23, 3, 24 y 4 entre las calles 895 (Dr. I Torre), Avenida 804 (Santa Fe), en relación a la vieja Chacra número 63, calle 802 y calle 892. Superficie total: 65.792 m2 (es decir, algo más de seis hectáreas). Donde actualmente se encuentra La Casa del Molino. Tomado de la copia original. El “Camino de Cintura” es la Avenida Ex Pasco. La Avda. Rodolfo López, como continuación de la que lleva ese nombre del otro lado del Arroyo Las Piedras, es la actual Avda. Santa Fe/calle 804. Ya se observa la actual Avenida Donato Álvarez indicada como “Camino de Cintura” y el trazado del ex Ferrocarril Provincial con su Estación Pasco, que funcionaba desde 1917. En diagonal, y dentro de lo que se consigna como “Partido de Quilmes” se encuentra el actual predio del frigorífico El Federal. Pero, además, es parte de una mayor compra realizada por la familia Paolucci a los descendientes de la familia Pereira Iraola, de los lotes 17 y 18 del año 1941, otras 6 hectáreas aproximadamente, hacia el Sur, en relación a las viejas chacras 62 y 63, inscripción 689/1941.Total de la compra: 12 hectáreas aproximadamente, por $12.060 para las seis primeras hectáreas y por $10.800 para las otras seis hectáreas.
Vista de frente de la Casa del Molino, desde Avda. I. Torre (895). Obsérvese la continuidad de la puerta de entrada con la ventana en relación a los falsos medios arcos coloniales de la ventana. La Puerta tiene rejas incrustadas, repujadas y soldadas a estaño. Según la Sra. María del Carmen Vinciguerra esta puerta estaba en la entrada de la pared más alta, se la sacó y se la colocó en la entrada de la nueva construcción más baja que realizaron los Paolucci después. Hay una notoria discontinuidad constructiva entre el ala Sur del edificio (pared alta) y el ala Norte (pared baja), que tiene que ver con la parte más antigua y la más moderna, respectivamente. La parte más antigua, pared alta, techo a una sola agua, con tejas modernas, vigas de cemento y cielo raso machimbrado, se habría construido entre 1930/1945 sobre la base de una vieja construcción preexistente del siglo XIX. Foto autor año 2022
Teja actual, sobrante, de la Casa del Molino. Todo el techo de la construcción alta está cubierto por estas tejas. Fabricada por A. Gandolfo e Hijos SA, en Chivilcoy, Avenida Güemes 551. Esta fábrica todavía existe, y según viejos lugareños de Chivilcoy consultados comenzó con la fabricación de estas tejas, y sigue exclusivamente hoy con ladrillos huecos. Ya no fabrican más estas tejas. Llegó a abastecer a gran parte de la Provincia de Buenos Aires desde antes de mediados del siglo XX. Foto autor año 2022
Parte superior del actual Molino que se conserva. Obsérvese el tanque cónico original de chapa, oxidado en su base, y la escalera de hierro lateral, para uso familiar. Probablemente Modelo Hércules, muy parecido al instalado en la finca que se presume fue el Saladero de Rosas Las Higueritas en 1815 (14). También tenía en tierra un tanque de tipo australiano para riego y animales, que hoy ya no se encuentra. El otro tanque de fibrocemento circular, abajo del cónico, es para agua corriente de los actuales habitantes de la Casa; ha sido agregado recientemente. Foto autor año 2022
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Foto de la izquierda: ventana y traba de hierro de ventana interior, Casa del Molino, se presume original muy antiguo. Foto autor año 2022.
A la derecha: otra traba de ventana, muy similar y oxidada, de la finca que se presume fuertemente fue el lugar donde se asentó el Saladero Las Higueritas de Rosas en 1815, gentileza de la Sra. Marcela Cristiano. Foto autor año 2021. Las similitudes hacen presumir, comparativamente, la antigüedad del objeto de la Casa del Molino
A la izquierda, reja interna con barras de hierro gruesas, sin soldaduras, incrustados, del lado externo a la ventana mostrada más arriba, actualmente existente, que ha quedado “adentro” de la nueva construcción. Circa 1970. Foto gentileza María del Carmen Vinciguerra. A la derecha, detalle de la misma reja, tomada desde el lado de adentro. Ya veremos la importancia que tendrían estas rejas, de grueso espesor. Foto autor. Año 2022.
La memoria o la imaginería popular difunde que aquí funcionó el Saladero o la Casa de Rosas, o una cárcel federal. Iremos circunscribiendo cada una de estas hipótesis. Si miramos la vasta propiedad de Los Pereyra (197 hectáreas en total), en esta parte de Quilmes, incluida su extensión hacia Almirante Brown, es dable suponer que entre la Chacra números 62 y 63 se formó el Casco Central de la propiedad de la familia. Debemos recordar que esta propiedad en Quilmes no alcanzaba las características realmente enormes de la Estancia “San Juan” (donde hoy se aloja el Parque Pereyra Iraola), y la familia la utilizaría como actividad ganadera menor, sin una estancia permanente.
En la Estancia “San Juan”, en la actual localidad de Gutiérrez, en ocasión del centenario de la Independencia (1910) los Pereyra Iraola llegaron a recibir a la Infanta Isabel de Borbón, representante del Reino de España. Sin embargo, aquí, en Quilmes, en esta zona inundable y sin desarrollo edilicio, que jamás los dueños propiciaron, no podía ser considerada un lugar apto para la recepción de tal monárquica visita. En la foto que sigue el nieto de Simón Pereyra.
Foto tomada en la Estancia San Juan (actual Parque Pereyra Iraola). Corre el mes de mayo de 1910, fiesta del Centenario de la Revolución de Mayo. Visita el país la Infanta Isabel de Borbón, quien sostiene un su mano un facón. Al lado, Samuel Hale Pearson, británico, representante del Ferrocarril del Sud, con un rebenque. Y lo acompaña a su izquierda Leonardo Rafael Manuel Pereyra Iraola IV, el anfitrión, nieto de Simón Pereyra II, dueño además de la propiedad del sudoeste de Quilmes, por sucesión, manos cruzadas con guantes de cuero, pantalones con botamangas, zapatos brillantes, sobretodo con solapas probablemente de cuero o seda negra, sombrero de alas cortas, pero con cierto vuelo,a diferencia del inglés, que luce sombrero de vuelo firme y circular. Las hermanas de este Leonardo terminan de liquidar a favor de los Paolucci la propiedad del Sudoeste de Quilmes. Foto Archivo General de la Nación
Siendo entonces la propiedad de Quilmes una Estancia (o Potrero) compuesta por varias chacras (tres)linderas entre sí, y otros terrenos anexados a ellas, rodeada tanto al Norte como al Sur por los corrales de la “Tablada del Sur” es prácticamente un hecho que estaba destinada como actividad ganadera vacuna para aprovisionamiento de Buenos Aires. La actividad ganadera con localizaciones indiscriminadas, por disposiciones que venían desde 1817, había sido restringida en todo este lugar de la campaña cercana al Puerto, y debían situarse más al Sur. No obstante, habiéndose habilitado los Corrales de la Tablada del Sur, cerrados en realidad con palos de pique y/o zanjas, la propiedad de los Pereyra Iraola, unidos a su inmenso poder político en todas las épocas de su esplendor económico, y a la cría y reproducción de vacunos Shorthorn en la otra Estancia “San Juan”, en los que se irían especializando, debe haberse constituido en un cierto polo de abastecimiento ganadero en el lugar.
También, en un núcleo de cierto control económico y político sobre otros ganaderos locales. Por algo, la Provincia lo reconoció en 1865 como Terrenos de La Tablada Sur, es decir, de corrales. Pero, además, quedan otras alternativas de destino o uso de esta propiedad, que mencionaremos luego. Ello por lo menos entre 1839/1899. Más tarde, queda semi abandonada. En realidad, siendo en su mayor parte terrenos inundables la familia se concentró en el cultivo arbóreo, simientes y ganados del lado de la Estancia “San Juan” y otras Estancias en toda la Provincia de Buenos Aires.
Gauchos en la Estancia San Juan de Pereyra Iraola, año 1895. Podemos suponer que estos mismos gauchos y esta misma carreta hayan venido también a la propiedad de los Pereyra Iraola en el sudoeste de Quilmes, intercambiando mercaderías o mensajes, o transportando presos. Obsérvese los hombres con sombrero y pañuelos alrededor de la cabeza, bombachas y poncho, botas de cuero y de potro, facón, pava grande de hierro, carreta de un solo tiro, botella de ginebra, ruedas gigantes y casamata cubierta para transporte de productos, cueros disecados y corrales al fondo. Evidentemente, se trata de una composición preparada con cierta naturalidad. Foto Archivo General de la Nación.
En primer lugar, cabe decir que el punto casi indiscutible de funcionamiento del Saladero rosista, de corta duración, ha sido una propiedad cercana a La Tablada del Sur y a la propiedad de Simón Pereyra, hacia Monte Chingolo (Avenida Centenario y Avenida Donato Álvarez). Lo más probable es que donde hoy se levanta esta Casa del Molino, o en su diagonal hacia la manzana donde se construyó el frigorífico El Federal, y la Casa de los Dos Leones, o en todas ellas, haya sido asentamiento o reunión de conspicuos miembros del Partido Federal, cuyo jefe fue Juan Manuel de Rosas, siendo su dueño el comerciante y estanciero Simón Pereyra, un relevante integrante del mismo grupo, como ya demostramos. Por otra parte, toda la zona era propicia para la actividad ganadera: zonas bajas, aguadas disponibles, pastos tiernos. El ganado que venía de Chascomús, o San Vicente, u otros, como fuente de abasto para Buenos Aires y para la actividad saladeril creciente a partir de 1815/1820 se agrupaba en La Tablada. No es casual que en toda la zona hoy se puedan mencionar varios frigoríficos (Penta, Las Violetas, El Federal, Carindú, y curtiembres y secaderos de cueros), y donde en 1815 se haya inaugurado el primer establecimiento saladeril, además del de Rosas, tres meses antes, como el de Norberto Hunt, al noroeste de la Estación Solano, deslinde con Almirante Brown.
Pero que haya sido sin duda punto de reunión de federales rosistas no se puede concluir que tanto la “Casa del Molino” ni, tampoco, la llamada “Casa de los Dos Leones”, muy cercanas entre sí, haya sido una de las casas de Rosas. Éste vivió con sus padres en Buenos Aires. Al fin de su adolescencia se fue a las estancias de sus primos Anchorena donde aprendió distintas actividades campestres. Cuando se casó con Encarnación Ezcurra (1813) vivió en la casa de ésta en la calle Moreno en Buenos Aires. Tuvo el Saladero en Quilmes por menos de dos años (1815/1817) mientras habitaba con Encarnación, y luego se alojó en su Estancia principal en “Los Cerrillos”, 30 kilómetros próximo a San Miguel del Monte (1817), cercano al Río Salado. Regresó a Buenos Aires ya investido como Gobernador (1829), siguió quedándose en la Casa de Encarnación hasta que después de su muerte (1838) hace construir el caserón “San Benito” de Palermo, donde pasa a vivir con su hija Manuelita. Y abandona Buenos Aires, a su exilio forzoso y definitivo en Inglaterra (1852), donde fallece (1877).
No obstante, Rosas era un inquieto hombre de recorridas, quería conocer a su gente, y es posible que lo haya visitado a Simón Pereyra en este sitio, su primo político, entre los años 1840 a 1852, dado los intereses comunes que los unía, para descansar una o dos noches en este lugar, revisar la marcha de los asuntos ganaderos en el lugar, y tal vez otras cuestiones de la política de aquel entonces.
Otra primera aproximación a la “Casa de los Dos leones”. En busca de las dos esfinges. Otros vestigios del pasado en el Barrio La Paz
A escasos doscientos metros de la “Casa del Molino” se levanta -lo que queda de ella-, la llamada “Casa de los Dos Leones”, Avda. I. Torre (895), entre calle 802 y Avda. Ex Pasco.
Hemos conversado con la Señora Norma Ojeda (a cumplir 57 años en agosto 2022), quien llegó y habitó en esta casa desde el año 1987, que estaba en un estado de abandono total. Ella y su familia venía alejándose de un terreno inundable donde vivía antes, calle 806 y 895. El proceso de vivienda y asentamientos es un tema complejo en esta zona, que no abordaremos aquí. Se alojó como pudo al principio con su esposo y cuatro hijos; tiene un total de siete. Y nos refiere que según su opinión esta casa tendría “unos ciento cincuenta años de antigüedad”, es decir, ella lo siente como un objeto muy antiguo. Nos cuenta además que nadie quería vivir aquí porque la Casa se encontraba en muy mal estado y circulaban sobre ella algunos rumores relacionados con la pasada dictadura. Se trata de una casa larga que tenía dos habitaciones de unos cuatro metros por cuatro, un comedor grande de ocho por cuatro metros aproximadamente, un baño grande. Al frente, habría tenido un jardín de invierno porque Norma recuerda que tuvo que desmontar estructuras con vidrio. La persiana que se observa en la foto la hizo poner ella. Las paredes están revocadas de material precario, mucha piedra con cal y polvillo. No tiene columnas de cemento. Las columnas son de piedra. Toda la estructura interna del techo a dos aguas era de paja (juncos). Cuando ella estuvo en el lugar ya tenía un sobre techo de chapa oxidado pero intacto. Recuerda que había entre los intersticios del techo muchos murciélagos, ratas, arañas y todo tipo de insectos, que asustaban a sus hijos, hasta que fue fumigando y limpiando. Ella destaca que la parte de atrás quedó auténtica; la madera, también muy vieja, se conservó. Los interiores conservaron tres puertas originales. Acá quedó viviendo su hermano y uno de sus hijos, en un espacio más reducido del que fue el original.
Foto Circa 1965. Casa de Los Dos Leones, calle 895 entre calle 802 y 801. Obsérvese el techo a dos aguas, típico rancho de campaña muy antiguo, contiene ladrillos con argamasa de barro y revocados con material de mampostería. Se le colocó en fecha incierta un techo de chapas y se fue desmontando de a poco y desde adentro la paja (juncos) que había quedado debajo. Hay árboles añejos a su alrededor. Foto gentileza de María del Carmen Vinciguerra.
Lo que quedó a la fecha de la Casa de los Dos Leones. Foto autor. Marzo del año 2022. Techo interior de la Casa de los Dos Leones, que actualmente ha sido desmantelado. Obsérvese que tenía un prensado simple de varillas de cañas, seguramente provenientes de los márgenes del Arroyo Las Piedras, donde abundaban, sostenidos por tirantes de carpintería, no natural de palma o bambú, indicativo de una fecha no tan primitiva. La construcción de ladrillos es posterior. Foto gentileza María del Carmen Vinciguerra. Circa año 1970
Vestigios del techo de varillas de cañas simples original, que no fue desmantelado, en el borde de la pared externa. Lo cubre actualmente un techo de chapa. Foto autor. Año 2022.
Parte de atrás de la Casa de los Dos Leones. Obsérvese la parte de madera que se conserva original. Foto autor. Año 2022
Foto que corresponde a una grieta actual que se encuentra en la parte de atrás de la Casa de los Dos Leones. Lo interesante es que se logra ver argamasa de barro original por debajo de mampostería de reparación que se colocó después. Foto autor. Año 2022.
Todas las personas consultadas la llaman o recuerdan como la “Casa de los Dos Leones” porque su frente, en lo que hoy es la Avenida I. Torre (895), se encontraba un portón de madera que contenía a sus dos costados sendos leones, aparentemente moldeados con material pétreo -no marmóreo-. Los habitantes del lugar nos han contado las historias más extrañas acerca de estas cuasi esfinges. Los más adultos las han visto en el lugar, las han montado, jugado y deteriorado sus narices y patas. ¿Tal vez alguno les haya hecho preguntas sobre el destino?
Lo cierto es que hay un revoleo de sentimientos acerca de ellas y todos además de preguntarse dónde están, quién las tiene, o las vendió, sienten nostalgia por haberlas perdido. Eran como un patrimonio histórico comunitario que no pudo salvarse. Estas piezas ya son inubicables, aunque se siguen sus rastros como una búsqueda del tesoro por aquí y por allá-. Sólo ha quedado la siguiente fotografía:
Escultura de uno de los dos leones que se encontraban en el frente de la casa. No es una pieza estilizada, la melena cubre todo el pecho, las patas y la trompa tienen ya algún nivel de destrucción. Base de material. Podría ser identificado, a nuestro criterio, como una escultura de adorno de la última mitad del siglo XIX, y señal de quien desea imponer algunos rasgos imperiales a su entrada, propios de la familia Pereyra Iraola. Puede ser que hayan sido traídas desde Europa. No creemos que la Casa/Rancho haya sido el lugar de vivienda permanente de Simón Pereyra, o cualquiera de sus descendientes, dado que la familia tenía fortuna suficiente como para construir una casa de material más acorde a su estatus en Buenos Aires. Nos inclinamos a pensar que ha sido lugar de vivienda del capataz principal de la Estancia/Potrero de “Las Quilmes”, propiedad de Simón Pereyra, luego de Leonardo Higinio Pereyra y otros, lugar de recepción y descanso para otros visitantes,y por sus características constructivas es muy probable que sea muy antigua (entre 1850/1870). O tal vez de alguna autoridad militar o policial. Pero sin duda podemos afirmar que cualesquiera de ellos pueden haber sido un visitante asiduo. También podría haber sido la casa de algún arrendatario de los Pereyra. Debe considerársela en unidad con la Casa del Molino, ya mencionada, puesto que ambas Casas están dentro del predio de la familia Pereyra Iraola, hecho ya demostrado. Puede haber sido también el lugar del puestero que solía colocarse en los bordes de la Estancia para cuidar el conjunto. No tenemos por el momento otros documentos que descarten algunas de estas hipótesis: por ello las incluimos a todas. Foto gentileza de María del Carmen Vinciguerra. Circa 1970.
Apreciaciones de la Dra. Ana Igaretta sobre algunos aspectos de la Casa de los Dos Leones.
Hemos consultado a la Dra. Ana Igaretta, Investigadora Adjunta del CONICET, Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de La Plata, División Arqueología del Museo de La Plata, quien además tuvo una destacada actuación en la puesta en valor de la casa de la esposa de Juan Manuel de Rosas, Doña Encarnación Ezcurra, en Moreno 550-Caba, y en las investigaciones arqueológicas que se realizaron con el arquitecto Daniel Schávelzon en el caserón de San Benito, Palermo, última residencia del ex Gobernador.
Para ella, que ha realizado sólo una primera evaluación a distancia, no presencial, esta Casa “sería difícil de lograr una conservación así del techo”, -si proviniera de la época de Rosas-, “incluso en ambientes muchísimo más secos, así que ni hablar del clima quilmeño y la humedad ambiente de la región. Mucho menos -continúa- si está cubierta por chapas que condensa humedad y genera la oscuridad necesaria para que proliferen insectos. Lo que sí puede pensarse es que fue reemplazada alguna vez (o varias) usando el mismo sistema con que se había construido originalmente”.
Esto último, entonces, reforzaría nuestra hipótesis que el “sitio” es histórico, no así “La Casa” propiamente dicha, que podría haberse reciclado varias veces a lo largo del tiempo.
“La parte de atrás de la casa -puntualiza la Dra. Igaretta-, en la que se ve el cierre con maderas, es poco habitual, pero no parece tener que ver con la caída de una sección del muro original (todas las paredes, nos dice, alcanzan más o menos la misma altura más abajo) sino con una elección singular en la forma de sostener la cubierta. Tal vez el techo original era otro, tal vez se quedaron sin materiales, habría que estudiar las posibilidades, pero por el mismo motivo que el cañizo, es extremadamente poco probable que sea original.”
“Igual -finaliza- lo que a mí me suena más extraño de ese edificio es la piedra usada en las paredes” Lo más probable es que sea un “efecto estético de bolseo” – evalúa.“Porque teniendo en cuenta la dificultad que existía hasta fines del siglo XIX para conseguir piedra en Buenos Aires (en toda la provincia la única cantera que existe está en Tandil y traer piedra desde allá insumía un costo que solo las familias acomodadas podían afrontar), se me hace raro que una vivienda modesta utilizara tantas. El río de la Plata NO arrastra piedras, por lo que tampoco es de suponer que la sacaran de alguna orilla, a veces uno se olvida que todas las que vemos ahora fueron puestas ahí a principios del siglo XX. “
Al respecto, nosotros podemos decir que, en alguna vieja foto, una parte por lo menos de estas paredes, ya sea con “piedra” o con “efecto bolseo”, que ahora se ve, en aquel entonces no estaba. La construcción más profunda, por dentro de esa mampostería hoy observable, demuestra existencia de una argamasa de barro. Las cañas sí, en cambio, había en abundancia en el lugar para utilizarlo como material de protección.
Bibliografía y documentación:
(1) Gullotta, Víctor Gabriel, San Francisco Solano: una Historia para Contar (1580/1993), caps. 8/9/10/11, El Monje Editor, 1994.
(2) Gullotta, Víctor Gabriel, El Proyecto Wilfredo Latham y la Fundación de Villa La Florida, web de pueblokilmes.com, 10 de marzo de 2021.
(3) Craviotto, José A, en “Quilmes a través de los Años”, Municipalidad de Quilmes, 1966, dice: “Por de pronto, en la zona de Quilmes lindera actualmente con Lomas de Zamora, hasta donde llegaba y pasaba el antiguo camino a San Vicente, se estableció ‘la Tablada del Sud’, concentración de hacienda muy importante hasta los últimos años del siglo pasado; el camino recibió el nombre de camino de las tropas o del Monte de Chingolo. A su alrededor se nucleó una pequeña población, de la que, pocos años después saldrán conspicuos federales, alcaldes y tenientes alcaldes de la administración quilmeña de la tiranía de Rosas, reclutados entre matarifes y peonada de la zona de dicha Tablada”. Págs. 155/156. El historiador Craviotto, liberal sarmientino, señala ya la existencia de la Tablada del Sur como origen de federales, y el camino de las tropas es la actual Avda. Donato Álvarez. Los límites ya no son Lomas de Zamora sino Almirante Brown y Lanús.
(4) Otamendi, Luis E., Historia de la Reducción (1666-1812). Serie Archivos y Fuentes de Información, dirigida por C.G. Maier. Biblioteca Domingo F. Sarmiento de la Municipalidad de Quilmes. Volumen I, 1968.
(5) Kuhr, Germán, Véase Mesura realizada por este Agrimensor en ocasión de la Testamentaría de la propiedad de Manuel Alejandro Obligado, mayo de 1859, transcripta en pág. 223/233 en Gullotta, Víctor Gabriel, San Francisco Solano, Una Historia para Contar (1580/1993), El Monje Editor, 1994.
(6) Ver Mensura N° 189 de Leonardo Pereyra, realizada en el año 1903, y Extracto de Títulos, por el agrimensor Cornelio Baca. Testamentaría de Leonardo Pereyra en la Cañada de Gaete del Partido de Quilmes. Archivo Histórico del Departamento de Geodesia del Ministerio de Obras Públicas de la Provincia de Buenos Aires.
(7) Otamendi, Luis, Ob.cit., pág. 95/96. Ver detalle de todos los propietarios de Chacras en los primeros meses del año 1818.
(8) Registro Gráfico de las Propiedades rurales de la Provincia de Buenos Aires, construido por el Departamento Topográfico y publicado con autorización del Superior Gobierno de la Provincia de Buenos Aires. Saturnino Salas. Mariano Moreno. Germán Khur. Pedro Benoit. Ygnacio Casagenas. Antonio Malaver (Agrimensores).
(9) Pesado Palmieri, Tomás Grigera, El Fundador de Lomas de Zamora, Un arquetipo de la Patria, pág. 303, Maizal Ediciones, año 2021.
(10) Mesura y Plano nro. 54, perteneciente a la medición de los Terrenos de la Tablada del Sur, levantado por orden del Superior Gobierno de la Nación, en Archivo Histórico de Geodesia de la Provincia de Buenos Aires.
(11) Saldías, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina, Tomo I, Biblioteca El Ateneo, año 1951 (pág. 406/407/408 y ver apéndice pág. 553)
(12) Cutolo, Vicente Osvaldo, Nuevo Diccionario Biográfico Argentino (1750/1930), Editorial Elche, 1968.
(13) Saldías, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina, Tomo II, Cap. XXXVII, pág. 238, Biblioteca El Ateneo, 1951
(14) Saldías, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina, Tomo II, Cap. XLIV, pág. 384, Biblioteca El Ateneo, 1951
(15) Diario La Nación, “Estilo Importado de Inglaterra”, del 29.11.2008, relato periodístico de Jorge Pereyra Iraola, descendiente en sexta generación de la familia.
(16) “Crónica Histórica Argentina”, fascículo semanal coleccionable, 02.01.969, titulado “La Casa y El Palomar de Caseros”, citado por revisionistas.com.ar., referido por Turone, Gabriel Oscar. Tanto la Casa como El Palomar fueron declarados lugar y Museo Histórico Nacional, respectivamente, por Decreto del 21.5.1942, luego de ser donadas al Estado Nacional por las nietas de Simón Pereyra, María Antonia y María Laura Pereyra Iraola, las mismas que vendieron las tierras en 1941 a Paolucci y Sra. Este terreno pasó a ser propiedad del Colegio Militar de la Nación.
(17) Saldías, Adolfo, Ob. , Tomo III, Cap. LXVII, “Campaña de Caseros”, pág. 460/461.
(18) García, Mirta L, “Napaleofú, un siglo de historia” (1914-2022), página web, artículo “Las primeras manos que tomaron la historia”. La autora de esta página nos comunica por correo que la fuente sobre “Las Quilmes” le habría llegado a través del jinete Ángel “Tito” Bedoy, quien trabajó en la Estancia San Simón de los Pereyra Iraola, en Balcarce.
(19) Diario La Nación, cit.
(20) Mussio, Alfredo y Bandera, Héctor, Los Federales de Rosas. Los Años Difíciles (1838/1841), pág. 133, De los autores, año 2012.
(21) Diario La Nación, cit.
(22) Según subdivisión de Bienes protocolizada el 20.08.1920 ante el Escribano Juan Albert de la Capital Federal por orden del Juez Dr. Julio P. Aramburú
(23) Sin embargo, no podemos dejar de confrontar este Plano Particular realizado en 1903 por el Agrimensor Cornelio Baca con el Plano General nro. 216 de Quilmes “Ejido de Quilmes”) realizado varios años después en 1918, como una forma de puesta en limpio de propiedades de la zona, ordenada judicialmente que, en su parte pertinente, a nuestro criterio, contiene algunas imperfecciones conducentes a errores de ubicación. Este Plano del año 1918, hasta donde sabemos, no ha sido utilizado por los más importantes historiadores de Quilmes, aunque podría citarse como elemento de controversia. En general contiene un corrimiento importante de las mediciones de las suertes principales otorgadas por Garay en 1580, partiendo de una “punta de Gaitán” ubicada mucho más al Sur de lo que debe suponerse en la desembocadura del Riachuelo (lo que hace, por ejemplo, que se otorgue el Centro de Quilmes a Pedro de Jerez cuando en realidad corresponde a Pedro de Quiroz). Craviotto dice (ob.cit. pág.70) que “la propiedad de Quiroz, que por errores de medición resultó desplazada”. Pero dejando de lado ello, que de todas maneras no es un asunto menor, podemos observar en él lo siguiente:
Han ya pasado 65 años del Plano de 1865, aprobado por el Departamento Topográfico de la Provincia de Buenos Aires, y las Chacras 68,62 y 63 siguen sin indicarse como de propiedad de Los Pereyra, lo que demuestra inmediatamente la falta de actualización de datos. El triángulo que habíamos señalado anteriormente, originado por la medición de la propiedad de Santa Coloma, sin ninguna documentación, aparece como siendo propiedad de los “herederos de Leonardo Pereyra” cuando nunca lo fue, y ya era propiedad del Estado. La extensa propiedad al Norte de esa supuesta “herederos de Leonardo Pereyra” estaba en disputa, actualmente Parque Industrial de Quilmes (ex Batallón Domingo Viejobueno), no se mencionan propietarios. La otra franja, también señalada como “Herederos de Leonardo Pereyra”, que parte de la Chacra 62 hacia el Este, es la única denominación coincidente con el Plano de 1865 y con el Plano de 1903
(24) Según datos intercambiados y conversaciones mantenidas con Silvia Marmori, quien está preparando el primer libro integral sobre la historia de Don Bosco, de próxima publicación.
(25) Según Escritura inscripta del 18.6.1941 pasada ante el Escribano Luis Lerose.
Es un minucioso trabajo de investigación que nos acerca a la historia, y a la geografía de esos barrios desconocidos por el presente, pero que son el pilar de la ciudad. Una lectura apasionante. Felicitaciones.
Mis felicitaciones por un excelente trabajo de reconstrucción historica, para aquellos, que como en mi caso, nos dedicamos a las investigaciones genealogicas e intentamos “encontrar y traer al presente esos momentos de la historia” sabemos del esfuerzo y el tiempo que conlleva, pero de eso se trata, disfrutar en la “búsqueda”.
En ese sentido, me detuve en los datos que aporta de Ciriaco Cuitiño, sobre quien estoy realizando junto a mi hijo, desde hace tiempo, un trabajo de “conocer su vida particular y personal” pero desde una mirada sobre el “hombre mismo”, parejas, hijos, domicilios, tierras, actividades militares, etc, sustentada en una numerosa documentación recopilada.
Por ese motivo y conforme los datos que menciona, me gustaria, dentro de los posible contactarme, ya sea por email o telefonicamente, para consultarlo sobre la información que me pudiera compartir sobre los años anteriores a 1827 de Ciriaco Cuitiño.
Desde ya, muchisimas gracias por su atención
Un gran saludo.
Enrique GILLY
Pd. Tengo un vinculo genealogico directo con Robustiana Cuitiño Bustamante, hija de Ana o Aniceta Bustamante y Ciriaco Cuitiño, casada con mi tatarabuelo, Enrique GILLY, si, se llama igual que yo, pero eso es otra historia.
Hola
Me llamo lepore Giuseppe nací en Italia nel año 1956 , nel 1960 nos trasladamos al barrio la paz Quilmes Oeste
Nel año 1976 yo volví a Italia y después me mudé a Suiza donde vivo actualmente.
Estoy escribiendo mi biografía y necesito fotos de barrio de los años 60
Si alguien me puede ayudar me aria un grande favor .
Un abrazo
Lepore Giuseppe