Todos los años, para el día del niño, se realiza un gran festejo sobre la calle Falucho y Montevideo, en Bernal. De un lado u de otro, siempre sobre Falucho, con un enorme esfuerzo de quienes lo organizan y con caritas felices y sonriendo como premio.
Este festejo tiene una historia diferente a otros que se realizan para esa fecha. No se origina en un espacio solidario barrial, un club o Sociedad de Fomento ni en un comedero.
Los responsables viven en el barrio desde siempre. Barrio humilde de trabajadores, barrio contiguo a Villa Itatí y se reúnen para este único evento anual.
La idea original surgió en el año 2015 en el seno de una familia del barrio, los Romagnoli. Gise, amiga y compañera, me cuenta cómo fue:
Cómo surgió
Estábamos un día en casa en un almuerzo familiar y hablábamos de que se venía el día del Niño. Mi hija tenía 9 años en ese momento, mi sobrina 10 y de ahí para abajo eran las edades de los chicos de la familia.
Hablábamos y recordábamos cuando éramos chicos. Siempre había fiestas en el barrio para esa fecha y se hacían en Itatí. Como estábamos en la periferia no nos invitaban aunque íbamos al colegio todos juntos. ¡Nunca se le ocurrió a nadie unificar el festejo!
¿Y si hacemos una fiesta que vengan todos? Los del barrio nuestro, los de Itatí… Unión barrial también en ese festejo, porque era importante: ¡eran los pibes!
Esa fue la mística con la que o pensamos
Desde ese año 2015 lo seguimos haciendo todos los años. Solo el 2020 de pandemia y un festejo reducido en el 2021 fueron diferentes.
Es un acontecimiento que es puro disfrute, recarga de energía… lo que se da, vuelve decimos en la familia.
Se fueron sumando vecinos a lo largo de los años. Sabían que era algo desinteresado, autogestionado. La vecina de la vuelta hacia bizcochuelo, este año hubo muffins que cocino la señora del kiosko, el que podía traía juguetes, lo que fuera.
En el barrio se reconoció esta unión y se empezó a correr la voz porque. Nuestros hijos crecieron y aparecieron otros chiquitos en la familia. Ya es una tradición familiar y vecinal. Maria Elsa, que tenía casi 90 años colaboraba con juguetes y ya venia a preguntar en julio qué podía hacer. Con todas las dificultades inherentes a la organización y el trabajo, nos pusimos la tarea al hombro y lo hacemos de corazón. Lo tomamos hasta como una cábala de toda la familia. Ese día es una celebraron y cada año será mejor. Hay nervios, la organización es complicada pero se festeja.
Ese año recibimos una donación de Mar del Plata. Allí vive la hija de María Elsa y como su madre ya no está, ella colaboró con una transferencia porque recuerda que su mamá siempre participaba activamente.
Los personajes del barrio dicen presente. Está Enrique, que es herrero y Elida que tiene negocio de ropa, a la vuelta.
El dueño de la remisería San Jorge en su momento colaboró así como el kiosco que está en Montevideo y Rocha, un vecino que nos prestó una tela grande, Claudia, Ponza que es el alma del barrio que nos incentivó a hacer la fiesta. Cuando uno esta cansando, Ponza nos dice: Es la fiesta de los pibes y hay que hacerla.
Miguel, que es un amor de persona y vive a la vuelta, Sapo que trae cajas de alfajores El que se entera, colabora.
Mis hermanas Naty, Marie y Noe junto a mis hermanos Manso, Gabi y Fernando y no faltan mis primas Marina Ana y Toti y mí primo Carlos. Mí amigo Leandro que se viene de Bernal centro. Mi vieja, ¡la gran Susana!
Hay un enorme corazón. A veces como es todo a las apuradas, no llegamos a avisar a algunos… y se enojan!
Ojalá más se sumen a esto que es una locura. A veces nos planteamos eso… pero llega el día y esa locura vale la pena. Ojalá las generaciones que vienen tomen la posta. Que vean que los vecinos nos podemos organizar y hacer un festejo para los que siempre lo merecen. Los pibes y las pibas.
Gracias a Gise y a todos los que participaron por la invitación y por todo lo que hacen!
Silvia Marmori