El 23 de marzo del 2017 quedará en la historia como el día que comenzó la transformación de uno los símbolos locales más nefastos. El terrorismo de Estado, como en toda la Argentina, se hizo carne en lugares nuestros, cercanos, con olor a barrio y pertenencia. La negrura se los apropio con sentido sanguinario. Uno de ellos estaba en Allison Bell y Garibaldi. Allí se detenía y torturaba gente. Ese lugar de muerte, hoy comienza a convertirse.
Luego de la iniciativa de la diputada Evangelina Ramírez, un Colectivo popular constituido por numerosas organizaciones locales, la Comisión Provincial por la Memoria y la legislatura provincial lograron que el Pozo de Quilmes pasara a ser un lugar de construcción social.
Me permito pensar, esperanzador, al menos por unos minutos, que de alguna manera, todos los actores consiguieron que el dolor,las torturas y las víctimas, se tornaran mariposas. Que las sombras y gritos se convirtieran en pañuelos blancos, siempre al viento. Que los puños cerrados fueran ojos que se abrían, no ya pidiendo clemencia, sino buscando la luz del amanecer de un día justo en que los miserables más miserables pagaran.
El 23 de marzo del 17 quedará en la historia como una fecha que honra la justicia.
A manera de festejos silbemos el himno a la alegría, en homenaje a los detenidos que entonaban esa melodía cuando otros partían hacia un destino incierto.
Regocijémonos de nuestras militancias, en honor a nuestras víctimas, e imaginemos que empezamos a saldar una parte de las deudas con nuestras ausencias. Por lo pronto, la luz rompió con las tinieblas y las mariposas volaron al barrio.
Jorge Márquez