El viernes 7 de agosto de 1981, Jorge Luis Borges visitó la Ciudad. A las 20 hs. dio una conferencia y luego dialogó con los y las asistentes que colmaron la Casa de la Cultura.
No fue su primera visita, en alguna oportunidad vino con Xul Solar de paseo, o a dar una charla, como en junio del 62, a la Biblioteca José M. Estrada de Bernal.
En su último encuentro con los quilmeños habló de sueños, vigilias y también de la pesadilla en la que nos encontrábamos. Sin dudas, más allá del arte, la filosofía y la literatura, eran días en los que la desesperanza ganaba. El autor lo planteaba desde lo literal, no había metáforas: lo que sucedía en el país era un error, aunque las elecciones, para él, no eran la solución (El Sol, 1981). Esa lectura tenía que ver con su conocido escepticismo, en un contexto en el que la dictadura había concretado gran parte de su trágica propuesta.
En el 2002, por iniciativa de la Sociedad Argentina de Autores (SADE), se propuso homenajear al autor, nombrando una calle en el Distrito (la 325 bis), pero el intento no prosperó. En lo estrictamente terrenal, el debate tuvo que ver con su conocida posición política, su explícito anti-peronismo, pero quiso la historia darle un tono ficcional al episodio. Quién elevó la voz opositora en el Concejo Deliberante, fue el concejal Funes, portador del mismo apellido que aquel personaje que nada olvidaba, creado por el escritor.
Jorge Márquez
Fotografía del Archivo del Museo Histórico Fotográfico de Quilmes