home Escritos, Quilmes El golpe del ‘76 en la ciudad

El golpe del ‘76 en la ciudad

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DSCN1530En la provincia de Buenos Aires el golpe se consumó antes que en la nación. El 23 de marzo a las veintidós horas se produjo el obligado traspaso de mando: Victorio Calabró dejó de ser gobernador. Asumió en su lugar, como interventor provincial, Adolfo Sigwald.
En Quilmes, el 24 de marzo, la irrupción en la comuna se efectivizó como si fuera un hecho rutinario o menor: recién pasado el mediodía un grupo de militares llevó adelante la intervención a la Comuna. Un trámite desganado y fugaz. No hubo resistencias, y las celebraciones fueron privadas. Sin una real dimensión de lo que se avecinaba, el intendente José Rivela, leyó el texto de la Circular Número Uno enviada por el nuevo interventor provincial, mediante un despacho telegráfico en el que se establecía: “Por disposición del subscripto, los señores intendentes municipales elevaran a esta intervención militar las pertinentes renuncias a los cargos que ostentan, dentro de las veinticuatro horas de la recepción de la presente para su posterior consideración. Asimismo se les hace saber que deberán permanecer en sus cargos hasta que las mismas sean resueltas siendo responsables de la custodia y conservación de toda la documentación de los organismo que le dependen”.
Un teniente primero habló con el Intendente y al término de una breve reunión, el personal policial y militar procedió a lacrar la caja fuerte. Con posterioridad, todos se retiraron y el acceso a la casa comunal se clausuró. Como si fuera un negocio sin habilitación, la municipalidad quedó desierta y cerrada, en su puerta principal se puso una faja. Las llaves se entregaron a quien había sido el intendente hasta ese momento. Es interesante destacar que el documento pedía la renuncia de los intendentes, “para su posterior consideración”. A priori, parecía certificar lo que se venía conversando con algunos sectores políticos. José Rivela se hizo cargo de la transición, en sus palabras manifestó reiteradamente la negativa a continuar en un gobierno de facto. En su visión, “Los militares me confirmaron en el cargo por telegrama, pero yo me negué a continuar prestando servicios a una dictadura, así que apenas aceptaron mi renuncia, luego de notas y telegramas, me fui de la Municipalidad con la conciencia de haber cumplido con mi deber”.
Y más allá de que el interventor provincial, Adolfo Sigwald, había manifestado que no habría persecuciones políticas, los militares procedieron a clausurar los locales donde se realizaban actividades gremiales. De esta forma la irrupción contra los representantes de los trabajadores fue inmediata en la AOT, la UOCRA y la UOM.
Ahora bien, el poder político, en Quilmes, se entregó formalmente el 2 de abril a las quince horas. El Mayor, Ingeniero Militar de Artillería Heriberto Román, asumió sorpresivamente, dando por tierra con las especulaciones que argumentaban “alternativas intermedias”. El 13 de abril fue quebrada violentamente la huelga de los trabajadores de SAIAR, que habían resistido al golpe: los obreros fueron llevados a la Comisaría Primera, donde fueron golpeados y torturados. Inmediatamente vinieron las detenciones, listas negras y presentación de renuncias, tal fue el caso de Jorge Borro, (Administrador del Cementerio), José Luis Meiszner (en ese momento Director de Asuntos Legales de la DGSS) y tantos otros. Algunos, como siempre, buscarían seguir en sus puestos de trabajo sin importarles a quién servirían.

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